Capítulo 41

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El sol brillaba con fuerza, haciendo que fuera imposible estar en la calle y casi una utopía estar entre cuatro paredes.

Normalmente, con el tiempo así, Jordan apenas podría pensar con claridad en algo que no fuese darse una ducha de agua fría o comer montones de halado para aliviar aquel inaguantable bochorno, pero en aquella ocasión era diferente.

Sentado en el frío suelo de la habitación, que calmaba su agobio ante el calor, no podía evitar dar vueltas a lo sucedido el día anterior.

Se habían marchado sin él, y Dylan ni siquiera se había despedido.

No sabía cuál de las dos cosas le dolía más. Y el silencio que había en el edificio no ayudaba nada a llenar el hueco en el pecho que le provocaba la ausencia de sus compañeros —especialmente de su mejor amigo— ni a aliviar el ahogo de pensar en qué haría si resultaba que había perdido todo poder que pudiera haber habido dentro de él para siempre.

Harto de esta sensación, se levantó y se dirigió a su balcón con la esperanza de que, ya que estaba empezando a atardecer, corriera un poco de aire fresco.

Y así fue. Una ráfaga de viento zarandeó su melena y su ropa.

Respiró profundamente antes de sentarse con la espalda contra la pared que daba a la puerta del cuarto y cerrar los ojos. No era su intención dormirse, pero estaba tan relajado que con el pasar de los minutos tampoco pudo evitarlo.

Y por primera vez en días cayó dormido con nada rondándole la cabeza, solo con la mente en blanco, descansando de verdad por fin.

**********

El suave tacto de unos dedos acariciándole con ternura la mejilla le sacó del sueño.

Con una ligera sospecha de quien era el que le estaba haciendo aquello, dejó caer su cabeza contra la fría mano, buscando el mimo.

— Xavier... —dejó salir su nombre en un suspiro.

— ¿Qué haces aquí fuera en plena noche? Te vas a enfermar.

Abrió un poco los párpados, lo justo para poder mirarle.

— Hacía calor y salí a tomar un poco de aire, ¿me he quedado dormido?

— Sí, te encontré así hace un par de minutos.

Jordan infló los moflete y, sin previo aviso, le abrazó contra sí.

— Qué gusto da cuando te reciben así. —Correspondió y le rodeó con los brazos, dándole caricias en la espalda, permaneciendo así un rato.

— Me gusta que tu piel esté siempre fría.

— Eso es porque tú tienes una temperatura corporal un poco más alta de lo normal. —Se apartó del moreno y le dio un golpecito en la frente con los dedos antes de cambiar de tema—. ¿Cómo has estado?

Jordan paró inmediatamente de restregarse el lugar donde el pelirrojo le había golpeado.

— No muy bien —contestó tras unos segundos pensando qué responder.

— ¿Es peligroso lo que os ha mandado el Servicio Secreto?

Por un momento Jordan estuvo a punto de echarle en cara que hubiera venido a verle para sonsacarle información, pero se contuvo al darse cuenta de que no le estaba pidiendo detalles, solo estaba demostrando su preocupación por él.

— Sí, aunque tampoco es que importe ya demasiado: no voy a seguir ayudándoles.

— ¿Has decidido alejarte de esto e irte a un lugar seguro? —Xavier tenía ilusiones de que así fuera.

Querido amigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora