CAPÍTULO CUATRO

29 5 0
                                    

Bien, espero no haya sido demasiado relevante lo que acababa de hacer. Estoy segura de que no lo es.

– Srta. Delgado no lo haga más difícil. Continúe con su presentación brevemente.

El profesor debería llamar la atención a los alumnos, no a Delgado.

– Está bien profesor. Mi nombre es Bree Delgado y tengo 15 años.

– Bienvenida. Continúe, Benott.

Tragué saliva antes de levantarme de mi asiento para presentarme.

– Soy Julieta Benott. Tengo 15 años, también ... y espero tener amigos por aquí.

Me senté después de que el profesor me diera la bienvenida y continuó un chico de la fila de carpetas de al lado.

– Mi nombre es Nicolás Copello de la Flor y también espero tener más amigos aquí, digo ser amigo de los nuevos.

Nicolás me miró (2 segundos) y luego se sentó, creo que era el típico chico lindo de la secundaria.

Luego todos se presentaron a pesar de que hayan estado aquí el año anterior. Después de la breve presentación del profesor, nos habló de la materia que llevaremos con él, que es teatro. Amo el teatro con mi vida y me alegra de que lo lleven como un curso aquí.

Nos dijo que en los próximos semestres interpretaremos clásicos como Romeo y Julieta, Los miserables, Hamlet, entre otros. Será divertido.

La chica de la carpeta delantera se volteó para verme.

– Hola, bueno ya sabemos nuestros nombres. Julieta, ¿verdad?

– Sí, hola Bree.

Ella me dió una sonrisa cerrada y respondí igual.

– Gracias por aplaudir aunque nadie más lo hiciera, fue amable de tu parte.

– De nada, me pareció genial lo que dijiste.

Mi mirada resbaló a la imagen de Nicolás hablando con varias chicas.

– ¿Y qué con ese?

– Es Nicolás, es buena onda te caerá bien. – Hizo una pausa –, ¿Te gusta?

– ¿Qué? ¡No! ¿Como crees? Lo acabo de ver, por supuesto que no.

– Me refería al llavero, ¿ves? Lindo, verdad. – Me mostró su llavero al parecer hecho a mano – Así que pensando en Nicolás.

Hizo una sonrisa como si supiera lo que pasaba y luego un sonido como 'uhh', algo similar al sonido de un camión de bomberos, la gente es rara.

– No para nada, bueno, ¿me muestras el horario por favor?

– Claro, Nicolás – Se aclaró la garganta – Disculpa, Julieta.

Empezamos MUY mal.

El horario era extenso, pero las clases pasaron rápido, así que ya era el recreo.
Salí con Bree al receso, caminamos por los pasillos para llegar a la escalera. Ella me hablaba de cosas al azar como del colegio, las clases y eso. Dimos la vuelta en uno de los pasillos para llegar al patio del recreo y, en ese momento, mi hombro chocó fuertemente con un chico de chaqueta negra, cuando alzo la mirada veo los ojos celestes de mis noches y ese rostro...

Él se me quedó viendo, recuerdo perfecto el rostro que asalta algunas de mis oscuras noches y ahora no me cabe duda que es el mismo que fumaba en el protón de mi casa.

Recuerdo todo y es el mismo de mis pesadillas: Su nariz perfilada, sus ojos celestes como aguas cristalinas de un río iluminado por el ardiente sol y el mismo cabello negro y despeinado contrastando con su pálida piel, además tenía el amuleto, el sol rojo colgaba de su cuello.

No me cabe duda que es él. Mi corazón latió tan fuerte como el sonido de caballos galopando y creo que la respiración me abandonó un segundo. Estoy segura que mi piel empalideció por la fuerte impresión. Él dirigió una pequeña mirada a Bree y siguió su camino como si nada, mientras yo lucía como una paranoica en medio del pasillo.

– ¿Lo conoces? Oh, Dios, estás pálida, ¿te encuentras bien?

Las palabras no salían de mi boca, pensaran que es exagerado, pero así me sentía. Él es el tipo de mis noches, él se mete en mi mente, en mis sueños. Su presencia me atormenta en algunas noches desde que cumplí quince años. La primera vez que lo vi fue en la noche de mi cumpleaños, desde entonces lo veo más o menos irregularmente, cuando hay luna llena.

– Eh, calma. ¿lo conoces?

– No, t-tengo que...

Corrí rápido. Atravesé los pasillos chocándome con tanta persona se cruzara en mi camino, no sé cómo pero salí de la escuela sin ser descubierta.

Corrí hacía un parque lleno de árboles y me dejé caer sobre el pasto. No sé qué hacer, simplemente me asusta lo qué pasa. Mi cuerpo se desvanece lentamente sobre la hierba y, luego de pensar y tratar de procesar lo que acaba de pasar, caigo en un sueño profundo.

Estaba dormida, pero sentía el frío tocar mi piel y a los segundos una suave tela cubriéndome. Seguí soñando, pero él no estaba, solo el hermoso campo de flores violetas, amo las flores violetas.

FoscorllumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora