CAPÍTULO VEINTIDOS

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Suelto un suspiro de pesadez al verlo aquí. Está justo frente a mí con sus ojos verdes brillantes mirándome con cierta decepción.

- ¿Sigues estando con él?

- Sí y lo seguiré haciendo porque es mi vida no la tuya.

- No podré protegerte si...

- ¡No tienes que protegerme de nada! Tú no sabes nada de lo que pasa entre nosotros.

- Sí lo sé, sé más de lo que crees. Harper me dijo que tú y él...

- ¿Harper? ¿Ella te ha contado todo? - Me Pregunto, si Harper ha sido capaz de revelarle todo lo que le conté a Nicolás, creo que prefiero no tenerla como amiga.

- No exactamente..., pero ese no es el punto. Ese chico es un demonio, creo que ya lo sabes.

- Nicolás, sólo déjame en paz. Hasta luego.

Me doy la vuelta para marcharme y lo dejo allí parado. Al cruzar los pasillos me encuentro con Azrel. Doy un respingo por la impresión de encontrármelo de pronto.

- Azrel... - Sonrió un poco.

Él me aprieta la mejilla, como lo hace últimamente, y me sonríe tiernamente.

- ¿Qué tal? Tienes hambre.

- No, tengo clases. Aún me queda una.

- Ya eres una de las mejores de la clase, si faltas solo a una no pasará nada. - Toma una de mis manos y la acaricia.

Sé que no debería hacerlo, pero también sé lo mucho que me gustaría pasar el resto de la tarde con él. Ya pasé mucho tiempo solo viéndolo en sueños.

- Eres una mala influencia. - Digo en broma.

- Entonces deja que te influencie a pasar la tarde conmigo. - Dice acercándose a mi, acunando mis mejillas y nuestros labios están a milímetros.

Suelto un suspiro y eso fue suficiente para que uniera su boca con la mía, enrollé mis dedos en su atolondrado cabello y él acariciaba suavemente mis mejillas mientras me besaba tiernamente.

Me separo de él. - Está bien, pero vámonos ya.

Me da una sonrisa de satisfacción y me toma de la mano y echamos a correr por el largo pasillo de paredes grises hasta llegar a mi salón para coger mi mochila e irnos. Cuando estuvimos allí, por suerte no había alumnos. Agarré mi mochila negra y el ya tenía la suya cargada en un solo hombro. Noté que se había quitado la chaqueta de jean y solo llevaba el polo blanco del uniforme.

- Vámonos. - Me sonríe y me toma de la mano.

Pasamos por los pasillos tratando de no ser vistos por ningún profesor o supervisor del colegio, por suerte pudimos irnos sin que nos descubrieran. Al salir de la aburrida institución gris se sentía como probar una gran bocanada de libertad. Caminamos hasta su coche y él abrió la puerta para que pudiera entrar, solo me quedó sonreír.

- ¿A dónde vamos? - Pregunto una vez dentro del coche negro.

- Ya verás. - Sonríe de lado y yo le devuelvo la sonrisa.

Pone a todo volumen Tear in my heart y cantamos a todo pulmón durante el camino, también puso un poco de boleros y baladas de los 80's y 90's, me dijo que le traían buenos recuerdos de aquellas épocas, y luego recuerdo que él ha estado muchos siglos en la tierra haciéndose pasar por humano, raro ¿verdad?

Durante el camino hablamos de cosas al azar, como que su mamá vivió en la tierra mucho antes que él y ha pasado por un montón de cosas durante su estancia, el padre de Bree no es el único humano con el que ha estado, por ejemplo.

Pasó casi una hora que me quedé dormida y al despertar veo las vistas, estábamos es una zona verde preciosa, no había casas y mucho menos gente.
Era un campo rodeado de árboles que subían al cielo, parecían rascacielos edificados por la naturaleza. Todos aquellos árboles rodeaban un limitado espacio cubierto de algunas margaritas y cuya dimensión estaba abrazada por la suave luz del sol, que le iluminaba directamente. Era un lugar precioso.

Bajamos del coche, tomó de mi mano y caminamos contemplando más de cerca aquel bello lugar.

- Mira. - Señaló a un pequeño riachuelo donde habían algunos pececillos.

Sonreí, era todo muy lindo. - Gracias por traerme aquí.

Lo abracé y él me besó, fue un beso corto, pero disfruté cada segundo.

- ¿Quieres volar?

- ¿Que? - ¿volar?

- Sí-, antes de que pudiera responder se quita la camiseta, me distraje viendo aquel abdomen marcado del que era dueño, apenas me di cuenta de que me quedé mirando y me sonrojé a lo que él sonrió de lado.

De pronto empezó a dejar que sus negras alas brotaran de su espalda, las gotas de sangre resbalaban al rededor de las alas, pero a él parecía no importarle. Tenía una mirada dulce al verme, a diferencia de la última vez que lo ví convertido en lo que es realmente. Aún me sentía algo intimidada al verlo en esa forma, digo es la segunda vez que lo veo así. Retrocedí unos pasos al ver que sus venas se marcaban más al igual que sus músculos, pero no es por miedo, sino que esto es extraño para mí.

Se puso de espaldas- Súbete.

- ¿Seguro? - Pregunté.

- Confía en mí, ¿de acuerdo?

Sin pensarlo más me monté en su espalda acomodándome entre sus alas y él me sujetó de los muslos para que no me cayera. Enrollé mis brazos al rededor de su cuello.

- Confío en ti. - Sus alas empezaron a abrirse.

Vi como sus pies dejaban abajo el suelo y sentí una presión en el estómago, lo mismo que cuando me subía a las montañas rusas. Mi cabello se despeinaba con el aire y el cabello de él también. Volamos entre los árboles pasando cerca de nidos de pájaros y luego él subió más alto hasta el punto de estar por encima de todos los árboles. Sentíamos el sol darnos por el lado derecho del rostro. Aceleró y sobrevoló todo el lugar, le apreté un poco el más él cuello porque estaba yendo muy rápido.

Volar así con él fue y será una de las mejores experiencias de toda mi vida. Finalmente, él descendió despacio hasta tocar el fresco pasto de aquel bello lugar.

- ¿Te gustó? - Pregunta.

- Mucho. - Tenía una sonrisa de oreja a oreja, tengo que admitir que eso fue increíble. - ¡Estuvo genial, fue lo más fantástico que tuve!

Luego me llamo la atención como estaba encendido aquel amuleto de sol rojo, como si ardiera. Acerqué mi mano para tocarlo y lo aparté rápidamente porque en verdad quemaba.

- ¿No te quema la piel? - Pregunto con curiosidad.

- Soy inmune a todo lo que quema. - Dice con una sonrisa satisfecha.

Luego paso mis manos por su piel que también está caliente, mis manos resbalan desde su cuello hasta su abdomen recorriendo cada músculo y vena marcada, repasé con mis dedos cada cuadrado perfectamente marcado y él suspiró. Tenía un cuerpo muy formado y tocarlo fue como tocar un arcoíris, lo sé no tiene sentido. Alcé mi vista y sus ojos estaban cerrados sintiendo cada caricia.

FoscorllumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora