Aquella tarde perfecta tuvo que terminar. Azrel me llevó en su auto a mi casa antes del anochecer, solo espero que mis padres no estén hechando chispas porque ya es muy tarde. En todo el camino estuvimos en silencio, tal vez ya hablamos demasiado o quizás no hay nada que decir.
Al llegar a mi pequeña casa, no sabía cómo despedirme de él, así que opté por darle un beso en la mejilla y decirle adiós, eso hice y él se apresuró a abrir la puerta del coche para que yo pudiera bajar.
- Puedo abrirla yo. - Dije.
Él sonrió y me acompañó hasta la puerta de mi casa y antes de que pudiera abrir con mis llaves él me detiene, acuna con sus manos mis mejillas y me besa. Acaricio su suave cabellera azabache mientras mi boca se deleita con la calidez de su aliento. Pongo fin a nuestro beso y acaricio con mi pulgar su suave y perfecto rostro.
- Es hora de irme.
- Está bien, buenas noches. - Sonríe y me aprieta la mejilla. - Eres muy bonita.
Solo puedo sonreír como tonta cuando me llama así, luego lo veo alejarse y montarse en su coche mientras yo abro la puerta y entro a la casa.
Al entrar mis padres están dormidos en el sillón, así que decido taparlos con una manta para que sigan durmiendo. No veo a mi hermano por ningún lado así que me voy directo a mi habitación y cuando lo hago veo una figura oscura sentada al borde de mi cama, doy un respingo por el miedo. Enciendo la luz y veo que se trata de Nicolás.
- Eh... hola, ¿Nicolás? - Digo tratando de no tartamudear.
- Julieta, veo que ya estás con él.
- ¿A qué te refieres?
- Al chico que besabas en la puerta de tu casa. - Sus ojos verdes brillaban con algo que me daba miedo.
Retrocedí un poco y él se acercaba más. - Primero, ¿Cómo entraste aquí?
- Tus padres dejaron que entrara.
Sé que mis padres jamás dejarían entrar a un amigo de sus hijos a la casa a menos que estemos nosotros y claramente no está mi hermano. El terror inunda mis venas y salgo corriendo escaleras abajo para comprobar si mis padres están bien.
Al llegar abajo trato de despertarlos, pero ellos están inmóviles.
- Deja que te explique. - Dice Nicolás a mis espaldas.
- ¡¿Qué les hiciste a mis padres?! - Grito y mi voz se oye temblorosa.
- Ellos...ellos... No me dejaron pasar así que yo solo los dormí. Pero vine hasta aquí para advertirte sobre ese tipo.
Suelto un grito de horror. - ¡Despierta a mis papás ahora!
Me toma por las dos muñecas y me mira fijamente. - Tienes que escucharme primero. Él es peligroso para ti y puede hacerte mucho daño, piénsalo dos veces antes de seguir con él.
- ¡Yo voy a estar con quien a mí se me dé la gana! ¡Despiértalos ahora, maldito enfermo!
- Haré todo lo posible para que no terminas lastimada. Esto no ha terminado. - Se acerca a mis padres aún dormidos y me dice que me vaya y cómo ya tenía bastante, le obedezco.
Al volver mis papás están despiertos y aparentemente bien, Nicolás se ha ido. Ellos me preguntan como me fue en el día y conversamos un rato hasta que el cielo se apagó por completo y tuve que ir a dormir, creo que dormir es lo único normal que tengo ahora en mi vida.
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Foscorllum
RomansaHace años, en realidad, milenios, un amor blasfemo nació entre las alturas del cielo. Un ángel oscuro, sí un demonio, se enamoró de un ente de luz, un ángel de la especie más pura. Ambos se juraron amor eterno, pero serán descubiertos y separados, d...