CAPÍTULO TRES

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Hoy será mi primer día de clases. Aquella mañana mis padres se fueron apurados a sus respectivos trabajos, por lo que no me queda más remedio que desayunar con mi estúpido gemelo, sí tengo un gemelo. Próximamente los dos cumpliremos 16 años.

Ya estaba sentada junto a la mesa, a punto de preparar un sándwich de mermelada, cuando mi hermano entra a la cocina y se sienta frente a mí.

– ¿Qué tal amaneció mi hermanita la rara?

– Ya siéntate a desayunar, niño.

– Yo no soy un niño, – le dió un mordisco a su pan –, soy un hombre.

Su comentario hizo que explotara de risa. Mi hermano solo me miro y sé que estaba pensando: "que rara", pero su opinión es lo último que me importa.

Nos pusimos tomar desayuno y, mientras comíamos, Lucas revisaba su celular. Últimamente para pegado a él desde que se hizo "famoso" por un grupo de niñas pubertas que empezaron a seguirlo por redes sociales, yo por mi parte acompañaba mi mañana con un buen libro.

– Por cierto no vendré en la tarde, porque estaré con mi novia.

– ¿Tú? ¿Con novia? – solté una risa sarcástica – por favor.

– El que tú seas una monja no significa que todos lo seamos, hermanita.

– ¡No soy una monja!

– ¿Cuantos novios has tenido? – Puso su mano en su barbilla, en señal de pregunta – y no menciones al de kínder.

– Mm... pues.

La verdad es que mi vida amorosa es complicada.

– Eso pensé. – Volvió a mirar la pantalla de su iPhone.

– Bueno basta, "niño con experiencia". Apresúrate o llegaremos tarde al primer día. Lucas rodó los ojos y llevó su taza al lavabo, luego se fue al baño.

Bueno, la cruda realidad es que mi "dulce hermanito", tiene mejor vida amorosa que yo, genial.

Al terminar todo tomé mi mochila negra y salí de casa con mi hermano detrás. Me coloqué los auriculares blancos en las orejas, estaba escuchando Falling all in you, amo esa canción para cortas caminatas.

Al llegar al transporte público, recién me entraron los nervios por ser la nueva este año y con lo antisocial que soy... bueno espero que todo salga bien.

Al llegar sentí una presión en el estómago por los nervios.
Había un montón de adolescentes por todas partes y mi hermano ya me había dejado sola. Lo bueno de todo esto es que podré ser alguien diferente a lo que era en mi anterior escuela, aquí nadie me conoce.

Busqué mi salón, estaba en cuarto año sección "c", dividen por secciones los salones. Dí una vuelta por los pasillos y, dando círculos, me perdí. Volví a donde empecé inicialmente y me di cuenta que ya había pasado por mi salón.
Abrí la puerta, de seguro el profesor aún no llega, ya que es muy temprano. Error. El maestro ya estaba allí e interrumpí la presentación de una chica con lentes.
Todo el salón volteó a mirarme y pude sentir el calor en mis mejillas.

– Oh, d-disculpe profesor, buenos días. Este es mi salón. ¿Puedo entrar?

– ¿Su apellido?

– Benott, soy Julieta Benott. – El profesor buscó mi apellido en su lista.

Señorita Benott Prado, procure llegar temprano. Tome asiento.

Me senté justo detrás de la chica que se están presentando, ese era el único asiento libre.

– Continúe señorita... Delgado. – Ordenó el profesor.

Escuché risas al rededor, es porque Delgado es una chica llenita.

– Es estúpido que se rían por mi peso, yo seré gorda pero también lo soy de conocimientos a diferencia de muchos de ustedes.

Wow, Delgado sabe defenderse, yo en su lugar me habría avergonzado. Aplaudí porque creí que era lo que todos harían y porque me pareció bien hacerlo.

Pero nadie más lo hizo.

Estupendo, Julieta empezamos de maravillas.

FoscorllumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora