CAPÍTULO SIETE

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Eh pasado muchas vergüenzas por hoy, no me di cuenta, pero me quedé mirando a Nicolas y él lo notó, solo me dió una mirada amable muy típica de él cuando lo miro. Nicolás no mencionó ser amigo de mi hermano.

– Hola, Julieta.

– Hola – Respondí y una sonrisa tonta que atravesó mi rostro mientras saludaba con la mano.

– ¿Se conocen? – Preguntó Lucas.

– Está en mi salón, nos estamos haciendo amigos. –respondió Nicolás.

– Sí. – Dije simplemente y continúe, – Bueno baja el volumen.

– ¿Porqué lo haría es mi habitación? Ya vete.

– Sí, está bien iré a llamar a mamá y le diré que trajiste a todos tus amigos sin permiso y además haces bulla.

– ¿Cómo sabes que no le pedí permiso?

– Ok, entonces solo le informaré – Me di la vuelta para irme.

– ¡Espera! – Él bajo el volumen – Ya está. – sus amigos soltaron pequeñas risas.

– Bien hecho – Dije sin antes ver que Nicolás me sonreía, qué tierno.

Regresé a la tranquilidad de mi habitación, hice la poca tarea que tenía pendiente y, al acabar, ya era de noche. Antes de dormir quería mi típico plato de cereal con leche, delicioso. Bajé a la cocina y me encontré a Lucas bebiendo un vaso de agua.

– Hey. – saludó.

– Hola, tú. – Respondí.

– Me preguntaba. – Miró al suelo y luego volvió a verme. – ¿Qué harás mañana en la tarde?

¿Qué?

No lo pude evitar y le dije de un tiro,— ¿Es una cita?

Sonrío e inclinó la cabeza, – De hecho quería que me explicaras matemáticas, tu hermano me dijo que eras buena en eso.

Mierda, Julieta.

– Oh, disculpa. Claro, ven mañana. – ¡No me fallen mejillas no se sonrojen!

– No tienes que hacerlo si no quieres.

– Está bien, lo haré y disculpa de nuevo por pensar que era un cita yo-

– No tienes un disculparte, solo pensaste algo diferente a lo que era. – Me dio una de sus sonrisas amables. – Adiós.

Se dirigió a la puerta para poder irse y bueno, definitivamente tuve demasiadas vergüenzas por hoy, no puedo creer que le pregunté eso.

Antes de salir se volteó a verme. – Te pagaré por las clases.

Y antes de que pudiera decir algo, se fué. Me sentía mal por recibir su dinero, tal vez porque mis clases siempre son gratis, pero necesitaba dinero para libros nuevos.

Tratando de recoger mi dignidad me fuí a mi habitación con un plato, el cereal y la caja de leche. Llegué y comí todo lo que quise, es por la ansiedad provocada por Nicolás. Cuando terminé de comer como un cerdo, me tumbé en la cama, pero siento algo duro debajo de la sábana, era el libro de Romeo y Julieta, que estaba empezando a leer por recomendación de mi mamá y lo había dejado allí.

Me llamo Julieta gracias a que mamá es una fanática de la historia, Lucas también se llama Romeo solo que él prefiere que lo llamen por su segundo nombre: Lucas.

Terminaré de leerlo mañana, me levanté para poner el libro en mi pequeño estante rosa, pero cuando estoy a punto de colocarlo, escucho pasos atrás de mí, mi respiración se agita con rapidez y luego le sigue los apresurados latidos de mi corazón, amenazando con salir de mi pecho, un escalofrío atravesó mi cuerpo cuando el aliento de alguien rozó mi nuca. La obra de Shakespeare cayó al suelo y yo me quedé helada sin poder decir una sola palabra, mis manos empezaron a temblar al igual que mis piernas y sentía que me caería en cualquier momento.

No sé de dónde obtuve valor pero me giré a ver, nunca sentí tanto miedo como esa noche. No había nada.
Recogí el libro, lo puse en su lugar y me dormí.

No sé qué habrá sido eso, pero todos estos últimos días ya han sido muy extraños, mi vida en general es extraña y eso no la hace divertida.

FoscorllumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora