Me contrataron para ser la escort personal de aquel grupo de idols. Me pagaban bien para estar a su lado y cumplir todas sus fantasías.
7 hombres.
¿Cómo hacer para ganarse el corazón de cada uno de ellos?
¿Y cómo no caer rendida por sus encantos?
★...
Jin rió de forma escandalosa ante mi comentario. Tenía una risa extravagante, pero encajaba con su personalidad. Me parecía dulce y tierna en alguien de su edad y con su aspecto físico.
-Si ese es el precio que tengo que pagar, lo haré con gusto –siguió sonriendo.
Se acostó y pasó su brazo por detrás de mi cabeza, de manera que pudiera atraerme a él. Yo me ladee contra su cuerpo, feliz de poder compartir este tiempo contra la tibieza de su lateral.
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-Le agradas a los chicos, ¿sabes? –miró hacia el techo. Comenzó a trazar círculos en mi cadera con la mano libre, por debajo del cobertor. Sentí sus caricias extenderse por todo mi cuerpo. –Hoy estuvieron realmente preocupados por ti.
-Es que no querían perder su inversión conmigo –bromee. Recibí un nalgazo leve como respuesta.
-No seas así, tonta –gruñó, advirtiéndome. ¿Cómo podría acostumbrarme a este hombre? Por momentos era afectuoso, dócil y al minuto siguiente se ponía serio por completo. –De verdad temíamos por ti. Por más que no hayamos intercambiado encuentros estos días, quisimos estar para ti. Nos turnábamos para dejarte mensajes. Así que cuando Nam se despertó y le gritó a Kook que le acompañara, estábamos extrañados y alarmados por la situación. No nos esperábamos algo como eso. Y a Namjoon le sorprendió que decidieras llamarlo a él en primer lugar.
-¿Y a ti no?
-Por supuesto. Creo que me duele mi hombría –dejó de tocarme para posar su mano en el medio de su pecho, haciendo gestos adoloridos.
-Primero, tu hombría está por debajo de ese punto –alcé la cabeza en su dirección, para darle más dramatismo. –Segundo, Nam da más miedo. Ya sabes... él luce mucho más fuerte e imponente.
-¿Y con eso pretendes disculparte conmigo? –frunció el entrecejo. Me divertía bromear con él.
-Creo que ya me he disculpado lo suficiente esta noche, ¿no te parece? –levanté una ceja, haciendo referencia a lo que había tenido lugar hace un rato. Puso los ojos en blanco, dando por zanjado ese tema.
Continuó hablando, mostrándose amable y adorable conmigo. Me contó un par de sus clásicos chistes malos. Me reí por lo ingenuos que eran. Lo dejé que parloteara un poco más sobre cosas triviales. Opinamos sobre algunas recetas e ingredientes de cocina y luego me comentó sobre sus técnicas especiales para subir de nivel en Super Mario. Yo lo escuchaba atentamente y disfrutaba con el tono de su voz. Me tranquilizaba, me serenaba. Estando con él me sentía en casa. Como si hubiera encontrado en él algo parecido a un hogar.
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Desperté temprano, con mi cuerpo desnudo y boca abajo contra el cuerpo de un Jin plácidamente dormido. Me removí entre las blancas y cómodas sábanas, apartándome de él con cuidado de no despertarlo. El reloj sobre la mesita de noche indicaba que eran las cinco y media de la mañana. Había dormido por poco tiempo, pero estaba decidida a tomarme una ducha antes de regresar y continuar mi descanso.
