Me contrataron para ser la escort personal de aquel grupo de idols. Me pagaban bien para estar a su lado y cumplir todas sus fantasías.
7 hombres.
¿Cómo hacer para ganarse el corazón de cada uno de ellos?
¿Y cómo no caer rendida por sus encantos?
★...
Este capítulo alberga contenido sexual explícito. Leer a su propio riesgo.
Me detuve frente a la puerta. Nam había sido muy amable en alquilar un auto para que me llevara hasta el complejo de departamentos en el que vivía junto con sus compañeros de grupo. Suspiré, algo ansiosa por verlo. Desde que lo había conocido el día anterior, había llamado particularmente mi atención. Joon, a mis ojos, prometía ser alguien amable y agradable. Mis dedos pulsaron el botón del timbre, haciendo que el sonido resonara en el interior.
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Unos segundos después, la puerta era abierta por su porte delgado y alto, dedicándome una sonrisa tierna de dientes blancos perfectos. Iba vestido de manera elegante, con una camisa oscura pegada a su cuerpo y pantalones de la misma tonalidad. Agradecía haberme vestido de manera decente para no desentonar. Me invitó a entrar.
Me deslicé a su lado, dejando mi abrigo en el perchero y quitándome los zapatos de tacón. Que desperdicio no poder usarlos aquí. Sentí su mirada descender con descaro a lo largo de mi curvilínea figura, resaltada por un vestido ajustado pero recatado en color azul marino. Por mi parte, escruté a mi alrededor lo poco que podía distinguir desde la entrada. Las luces estaban apagadas a excepción de la del pequeño recibidor en el que nos encontrábamos. Pero en el suelo, contra el filo de las paredes, estaban colocados cada cierta distancia pequeños recipientes de vidrio que contenían velas encendidas, dándole al ambiente un atisbo de romanticismo por la iluminación tenue, ayudado por una leve melodía melancólica a volumen ambiente.
-No tenías que vestirte tan formal para la ocasión –susurró. Aquella voz era satisfacción auditiva inmediata.
-Tú tampoco –me giré, desafiándolo con la mirada. Una risa ronca se escapó de su pecho a modo de respuesta.
Se aproximó a mí, pasando sus brazos por detrás de mis caderas, acercándome a él y me guio hasta el sector donde estaba la mesa del comedor. En su superficie, descansaban dos velas alargadas. Además, el servicio estaba preparado para dos personas. El ambiente era increíble. ¿Cómo se las había ingeniado para hacer todo esto? Lo de las velas era simplemente hermoso.
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