DIECISIETE

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El aire te faltaba, no respirabas bien, querías gritar, decirle a la gente que se fuera, que dejarán de decir sus palabras hipócritas, ya no los querías escuchar, estabas cansada de resivir sus condolencias, que sólo eran mentiras. No podías ver, ver cómo enterraban sus cajas, pero tenías que ser fuerte por él, algo en ti se quebró.

Te levantaste, todo era borroso, estabas llorando, ¿porque estabas llorando?, no recordabas porque llorabas. Ese día fue muy aburrido, a la hora del receso le contaste a los chicos de tu día

-No saben quien es mi familiar

-¿Quien? 

-Mónica

-¿Que?—dijieron al unisonido—cuando te lo dijieron

-Hace una semana

-Y porque hasta ahora lo cuentas

-Se me olvidó

-Y que te dij....

-Arami, primita, como estas

-Hola Mónica

-Hagan se a un lado nos vamos a sentar

-¿y quien te dio permiso?

-¿Acaso tengo que pedir permiso para centrarme?

-Aquí si

-Hay Heilli, ya dejalo pasar—despues de  eso nadie hablo.

Al salir de clases fuiste directo a tu casa, te pusiste hacer ejercicio, dos horas ahí, se notaba un poco el cambio, sólo un poco.

Al ya ser tarde te fuiste directo a tu recámara, revisaste tu teléfono, tenías un mensaje de Sonia

Hola Arami, te escribo para decirte que supe que llegaste a casa de Lucas, pido perdón por él, pero será mejor que ya no lo busques.

No le ibas a responder, te dolía aún tenías sus palabras en tu mente. Antes de  dormir te, escucahste que alguien estaba afuera de tu habitación, era tu papá y Johanna

-Rafael, no quiero decirte cómo educar a tu hija pero hay que poner reglas, por ejemplo tiene que pasar un reporte aque hora vino y salió, tenemos que tener un control de su vida—¿un reporte aque hora sale y entra?, esta loca, pero no le diste importancia y te dormiste

Un mes, sin saber de él, pero sentías una sensación rara en tu pecho, la necesidad de verlo y saber de él. Cuando ibas para tu casa, pasaste por el restaurante talvez lo veías de lejos, te sentaste en una banca, unos minutos después, te ibas a ir pero sentiste una mano en tu hombro, te volteaste asustada, y lo viste, y tu corazón dio un salto de alegría e inconscientemente sonreiste

-Hola—te saludo, te pareció raro que te hablará como si nada, no dijiste nada

-Ven conmigo—¿ibas con él?, pero después,  mañana que, te puede ignorar y hacer como si no te conociera, pero lo hiciste, fuiste con él, porque querías estar con él, más tiempo. Te llevo al mismo lugar, ninguno decía nada, pero no era necesario, luego de unos minutos ya era hora del atardecer, te gustaba eso, ver cómo el cielo cambiaba de tonalidades, te daba paz, el se acercó más a ti, te pusiste nerviosa, pasó su mano por tu cadera, te rodeo con su mano, tu pulso se aceleró, puso su nariz en tu cuello, te dio algo de cosquillas, puso su mano libre en tu barbilla, te volteó la cara y te beso, sentías lo mismo, no importaba cuantas veces te besara siempre sentías lo mismo, se alejaron minutos después por falta de aire, sus pechos subían y bajaban, necesitados de aire

 1.La Hora Del Atardecer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora