Estaba recostado en el suelo, había sangre por doquier, te acercaste con pasos lentos, tenía su mano en su estómago, su mano la tenía manchada de sangre, tenía sus ojos cerrados al estar ya serca de él, le hablaste
-¿Lucas?—abrio sus ojos muy despacio, te recorrió con la mirada y sólo eso basto para que tus piernas temblaran, te pusiste en cuclillas para estar de su altura, tu respiración aún no se calamaba por todo lo que corriste, intentaste llevar tu mano en donde estaba la suya, pero el te detuvo
-No lo hagas
-¿Po-porque?,¿es...es la mis-misma heri-herida?
-No—cerraste los ojos, se había hecho una nueva, como era posible que alguien se haciera daño—te llame para que me consolarás no para yo consolarte a ti—sonreiste, habías prometido no más llanto, no más dolor y esta era tu prueba
-¿Puedo verla?—se aseguro que estuvieras lo suficientemente fuerte y preparada, quito su mano de su estómago, se levantó su camisa hasta sus costillas y por un momento lo admiraste a pesar de estar delgado tenía unos cuantos cuadros, te mordiste la lengua al estar pensando en eso ahora, que no era el momento, otro día podías apreciar su cuerpo o tal vez no. Limpiaste su estómago, pero no dejo que lo curaras, al terminar de limpiarlo te sentaste al lado de él.
Tenía su cabeza recostada en tus muslos, con tus manos cepillabas su pelo sedoso, ninguno hablaba, estaban en un silencio cómodo, tu pensabas que si no lo curabas y seguía desangrando probablemente moriría, el pensaba en que su hora ya había llegado, que algún estaría al lado de ella. Ya eran las cuatro, tus ojos luchaban por quedarse abiertos, tenías sueño, faltaba una hora para amanecer.
Se intentó levantar, su camisa tenia una mancha de sangre, te levantaste para ayudarlo, pero era tan terco que no dejo, iba directo a su cama, quito la sabana y se acostó, tu seguías parada, el levantó su cabeza
-¿Que no vienes? —y no faltó que lo dijiera dos veces, te acostaste al lado contrario, el se acercó más a ti, pasó su brazo por debajo de tu cabeza, estiraste la mano para abrazarlo por la cintura, pero sentiste mojada su camisa, era su sangre, estabas tocando su sangre, estabas participando en su suicidio, y tu estabas cometiendo homicidio, cerraste los ojos, respiraste profundo, parpadeaste varias veces para alejar las lágrimas que se avecinaban
-¿No que, querías morir sólo?
-Cambie de opinión, quería que alguien cuente como morí—era tan cruel al decir eso, te lastimaba y el lo sabía—y pensé ¿porque no tu?, y aquí estás, creía que ni ibas a venir, como era una niña llorona
-No soy llorona, ya no
-Quien te escuchará, hice bien mi trabajo
-¿Trabajo?
-Si, abrirle los ojos a una persona rica
-¿Porque odias tanto a los ricos?
-Porque ellos me quitaron lo que más amaba
-Si ¿pregunto quien me lo dirás?
-No
-¿Pero todos los ricos?
-Todos son iguales
-Yo no
-Si los eres, algunos son egocéntricos, creídos, presumidos, creen tener el poder de quitártelo todo, se creen que están arriba de nosotros, y luego están las personas ricas como tú, sensibles por todo, que no han pasado por lo que es la vida en si y que tan sólo una herida ellos ya lloran, son patéticos
-Pero yo ya se que es la vida alla afuera—eso lo dijiste solo para ti.
El sol entraba por la ventana, ya era de día, abriste los ojos, le estabas dando la espalda, pero tenías miedo de voltearte y no verlo, tantas veces que se habían ido que ya tenías miedo, pero te armaste de valor y te volteaste, y te llevaste la grata sorpresa de verlo, te daba la espalda, pero la duda surgió, ¿seguira vivo?, psaste tu mano por su espalda, no sentías si respiraba, sentías un ollo en el estómago, una sensación fea, se movió tantito, pero eso te alivió, sacaste el aire que no sabías que tenías retenido, se dio vuelta, abrió los ojos muy despacio, cuando los tenía completamente abiertos sus ojos verdes te vieron, te encantaba ver sus ojos.
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1.La Hora Del Atardecer
Teen FictionUn amor enfermizo Ella buscaba ayudarlo El quería morir Y la vida da un giro inesperado, se había ido pero no pienses que murió, se fue sin decir un adiós así como llego así se fue. Pero al irse se llevó lo que quedaba de ella