Parte 16: Alianza

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16-Alianza

**Renji**

La mañana no podía presentarse más oscura y sombría. En el día de mi enlace debería estar radiante y jovial, pero lo único que me apetece ahora mismo es desaparecer de la faz de la tierra.

-Renji ¿estás listo hijo mío?- mi padre entra para ayudarme a rematar los arreglos de mi traje de boda y comprueba que mi pelo largo esté bien trenzado hasta las puntas.

-Estás perfecto. Todos esos cristianos se morirán de envidia al verte-

-¿Por qué tengo que casarme ante su rey? Podríamos haberlo hecho aquí, en nuestro territorio, una ceremonia discreta-

-Le prometí a Soujun que la boda de su hijo sería por todo lo alto. Nos debe mucho...y yo a él-

-Padre, a veces pienso que tú y él tuvisteis en el pasado algo más que una relación de amistad-

-No te metas donde no te llaman y sal ya. Nos espera el carruaje fuera-

Resoplo continuamente mientras nos acercamos al castillo de los Coyote donde somos bien recibidos por toda la corte que sale a recibirnos. Me pongo más recto que un palo cuando veo la alfombra roja que tengo que atravesar hasta la sala del trono donde mi amado Byakuya está esperando, con su rostro solemne y los ojos fríos como el acero. Ojala fuera él el que estuviera esperándome en el altar con una sonrisa....pero todo eso es un sueño imposible, nada volverá a ser como antes. Por más que intente negarme no puedo rechazar este matrimonio. Pondría en evidencia a mi gente y a los Kuchiki y ya han tenido bastantes desgracias.

-Su alteza, el rey Renji Abarai, del pueblo judío- uno de los plebeyos me anuncia a voz en grito y todos los presentes me hacen una reverencia mientras atravieso la estancia hasta que llego ante Byakuya y le oigo suspirar brevemente. Está precioso con sus ropajes de rey, de llamativos colores, pomposos y de capa larguísima escurriendo por el suelo, con la corona ajustada a su frente dándole un aire de grandeza semejante a un dios.

-Abarai, espero que estés aquí voluntariamente- le miro con sorna por esa pregunta y me acerco a él lo suficiente para que nadie sospeche de lo que estamos haciendo. Acerco mis labios a su oído y noto como se tensa al notar mi aliento en su piel.

-Aún podemos fugarnos, mi hermoso rey....- Byakuya cierra los ojos con fuerza y posa su mano sobre mi pecho para apartarme suavemente. Siento una punzada de dolor al ver cómo me niega con su mirada y justo el sonido de las trompetas nos interrumpe cuando vemos a Sen en la puerta esperando.

Abro los ojos de par en par al ver cómo le han vestido. Ha decidido usar ropajes orientales y su kimono, de varios pliegues y un gran lazo a su espalda, es tan bonito como el color de sus ojos. Su largo cabello negro está recogido en una trenza de espiga alrededor de su cabeza, incluso han resultado el color de sus ojos agrandándolos con una pintura negra en el borde de su párpado. A su lado está Soujun que no puede dejar de mirarle con orgullo mientras ambos caminan hacia el altar para que Sen se sitúe frente a mí.

-Estás precioso, Sen- es cierto que no puedo evitar darle ese cumplido porque es un hombre muy hermoso sin menospreciar a Byakuya que noto como por cada suspiro que sale de sus labios es una brecha en su corazón.

-Renji...cuida bien de mi hijo, te lo suplico. Dale la felicidad que merece...y no olvides lo especial que es- Soujun posa sus manos sobre las mías apretándomelas por dos motivos. Uno, porque ha conseguido que un hombre como yo acepte a su hijo y su don y dos, porque más me vale tratar a Sen bien o él me las hará pagar con creces.

-Haré todo lo que esté en mi mano para hacerle feliz....- Soujun me sonríe agradecido y se aparta para que pueda coger las manos de Sen, notando como le tiemblan.

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