Parte 13: Pecado

301 20 9
                                    

13-Pecado

**Zangetsu**

El tiempo....es la peor tortura que un hombre puede desear. Si llego a saber que mi vida sería así, hubiera preferido morir cuando tuve la oportunidad en el campo de batalla y no sufrir esta agonía y soledad que cada día se apodera más de mi cordura.

Pese a la muerte de mi hijo, mi condición de destierro no ha cambiado. Pensé que podría volver al castillo, pero el nuevo rey, Jugram, ha vuelto a dictaminar mi destierro unos años más por órdenes de mi padre. No sabía que ese hombre me odiara tanto, aunque siempre fue así. Por otro lado prefiero no estar cohabitando en la misma estancia con Soujun sabiendo que me odia después de haber confesado mis sentimientos por su hijo. Mi propio nieto....esa bella criatura a la que ha mandado a un monasterio lejos de mí para que no tuviera la tentación de venir a verme. ¿Por qué todo ha cambiado de este modo? He perdido a mi hijo Starrk, también perdí a un hijo del que desconocía su existencia y recientemente al que iba a tener con Soujun. Debería matarme yo mismo, pero eso no sería honorable por mi orgullo de guerrero y antiguo rey. Entonces... ¿se supone que he de esperar a que la locura se apodere de mí completamente?

Abro los ojos, extrañado al oír el ruido de unas ruedas más el relinchar de caballos viniendo hacia mi palacio. Me asomo por la ventana y veo como alguien está bajando de un carro negro, vestido como un fraile con su hábito y el rostro tapado con la capucha. ¿Vendrán ya a darme la extremaunción? Tsk!...todavía sigo vivo...

-¿Abuelo?- casi se me para el corazón al oír esa voz tan familiar. Bajo las escaleras para bajar a la primera planta de inmediato y me quedo petrificado al ver que el monje que acaba de entrar, es en realidad mi nieto, Senbonzakura. Está....mucho más hermoso que la última vez que le vi. Su pelo ha crecido muchísimo más aunque le lleva recogido en una trenza bajo sus ropas, ahora es alto y de cuerpo fibroso a simple vista, su rostro más alargado y esos ojos...grandes, maravillosamente azules tirando a grisáceos, unos ojos que me hacen perder la razón.

-Zangetsu....- mi nieto pronuncia mi nombre con una sonrisa tan bella que me hace suspirar de placer. Ahora nadie podrá detenerme. A ninguno de los dos.

**Sen**

Por fin ha llegado el día que llevo soñando desde hace años. Tras el destierro impuesto por mi madre para completar mi formación cristiana en un monasterio, he logrado escaparme para regresar a la tierra donde nací, al lado de los míos. Pero...he vuelto especialmente por él, por este hombre que me tiene enamorado pese a los lazos que nos unen.

Pensé que quizás al ver a mi abuelo se me borraría ese sentimiento que tengo hacia él, pero no ha cambiado casi nada, sigue con esa melena ondulada revuelta, los mechones cayéndole sobre los ojos, esa barba que tanto me gusta y le da ese aspecto varonil, su cuerpo enorme, sus manos grandes y sus ojos, oscuros, brillantes, letales. Esos ojos que me llevan a pecar.

En cuanto pronuncio su nombre de pila veo como se estremece y yo me muerdo el labio inferior como respuesta. Ni siquiera decimos una sola palabra cuando ambos, movidos por un impulso inconsciente, vamos al encuentro del otro y nos fundimos en un beso tan desesperado como ardiente haciéndonos gemir de placer. Mi abuelo me agarra las nalgas por encima de mi hábito sin pizca de pudor y me levanta en brazos mientras yo acaricio su rostro y sigo besando sus labios. Él me apoya contra una pared para poder dejar mi culo y acariciar mis largas piernas desnudas por debajo de la ropa llegando hasta mi hombría haciéndome gemir.

-ah sí.....sí....- Zangetsu jadea ronco al oírme suplicarle más y abro los ojos estupefacto cuando arranca mi ropa dejándome desnudo. Sus ojos me miran de arriba abajo con un hambre desconocido para mí y hace un esfuerzo sobre humano para acariciar mi rostro, pasando de mi nariz a mis ojos y terminando por mi pelo el cual libera viendo como me cae suelto y desparramado por mis hombros y espaldas. Vuelvo a oír un gruñido de entre sus labios y nos besamos esta vez con nuestras lenguas de por medio mientras me froto descaradamente contra su hombría, provocándole de tal modo que a los pocos segundos se la noto gruesa y suplicante por salir del pantalón.

"Consorte"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora