Cinco días antes de la tragedia

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23 de marzo de 1973

Eran simples, pero pesadas palabras. Y ante aquel silencio que empezó a trenzarse, Alfred miró de reojo al británico quien miraba sus pies sobre la acera y donde se acumulaban algunas hojas. Lucía sorprendido.— ¿Y qué vas a hacer con el campeonato? 

— No lo sé.— echó un vistazo al cielo que empezaba a caer en la noche, pensar en eso hacía que la idea de irse sea un más magulladora. — Supongo que tendré que dejar el equipo...

Al notar el tinte triste de su voz no pudo sentirse más escoria.— C-creo que podrías ser admitido en cualquier equipo de tu país si quisieras... — Arthur intentó que las palabras cayeran como algodón con alcohol aunque ese no fue ese su fuerte.

— Gracias.— lo miró con una sonrisa triste. 

No podía soportar aquel ambiente por mucho tiempo.— ¿En serio no vas a volver nunca?

— No lo creo. Estados Unidos está muy lejos de aquí, después de todo.— enredaba sus manos. — Por eso.. yo he estado haciendo esto, porque sé que no me queda tiempo y...realmente...— sabía que estaba hablando entre líneas, pero lo prefería así a ser juzgado por aquella mirada verde.— quisiera decirte que-

— Así te quería encontrar.— los dos se sobresaltaron y Arthur terminó haciendo resbalar la malteada vacía por el suelo. Los ojos de su hermano lo escrutaron con descaro y acidez. 

Se inclinó a recoger la botella y la tiró a la basura.— ¿Para qué viniste Scott?— Alfred sintió que no reconocía un tono tan frío en su voz. Volteó la mirada a aquel hombre un poco mayor que ellos, y tal vez fueron por las mismas cejas gruesas de ambos que no le fue difícil asumir que se trataba de un familiar.

— Me dijiste que te ibas al cine.— fue la respuesta acompañada de una tosca mirada de reojo a Alfred.

— Vinimos de allí, genio.

— ¿Y qué estaban haciendo?

— ¿Qué crees?

— ¡No lo sé! Pero me parece muy sospechoso.— miró a ambos jóvenes como quien intenta entrever qué escondían detrás de los rostros confundidos.

— Somos dos hombres, estúpido.

— Nos vamos a casa.

— ¿Qué carajos? Ya soy casi mayor de edad.— le sacó el dedo sin intenciones de levantarse.— Me voy a quedar aquí, estúpido.

— Con qué esas estamos.— asentía con la cabeza y una mirada espinosa que logró asustar a Alfred, pero a Arthur ni siquiera logró inmutarlo.— Espera que le diga a papá y entonces veremos si sigues sacando ese dedo.

— Corre a decirle.

— Está justo atrás mío.— las palabras cayeron como hielo sobre el británico quien con expresión desconfiada y algo temerosa ladeó la cabeza. Se podía ver a un adulto de traje con unas gafas oscuras dentro de un carro pequeño, por la forma en la que tamborileaba sus dedos sobre el volante parecía impaciente.

— Ay, carajo.

— Muévete. Despídete de un amiguito.— y comenzó a andar sin esperarlo. 

Vio como Arthur rodaba los ojos antes de voltearse a él con una disculpa pintada en el rostro.— Perdona al estúpido de mi hermano. ¿Tenías algo que decirme? Estabas-

— ¡Nada importante, ve tranquilo!— se apresuró a aclarar con una sonrisa nerviosa.

Vaciló un momentos antes de asentir y levantarse.— Adiós Alfred.

Soy El Héroe Que No Necesitas (UsUk)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora