Capítulo VI.

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«We looked at each other for the last time; nothing is as eloquent as nothing»

Cloud Atlas, David Mitchell

***

Harry no sabía cómo volvería a mirar a la señora Weasley a la cara y le diría que su hija había muerto. Ninguno, en realidad. Ron le pegó un puñetazo a Theodore cuando abrió la puerta y lo encontraron con el cuerpo de Ginny en los brazos. Ni siquiera se había defendido. «Hice lo que tenía que hacer», dijo, «lo que ella me pidió». Se le puso todo un ojo morado mientras Ron tomaba las manos inertes de Ginny, ya sin vida. Hermione vio el cuerpo, pálida, sin atreverse a acercarse. Luna fue la que le cerró los ojos. «Así parece que duerme», dijo. Después de eso, se habían quedado en silencio.

Draco fue el primero en huir, pálido, blanco como la cera.

Era el único que quedaba.

***

«Draco...»

Hacía tiempo que no lo oía, que no le prestaba demasiada atención. Tenía sueños, claro, veía cosas. Lo había visto asesinar a su madre y ni siquiera había tenido tiempo de asimilarlo. Y Ginny Weasley estaba muerta.

«Draco...»

Intentó bloquearlo.

«Sé que la mataron. Y harán lo mismo contigo».

Cerró los ojos, cerró la puerta del baño. Se recargó contra la pared, sintiendo que estaba perdiendo el control. Si Harry estaba en lo correcto, sólo quedaba él y Voldemort tendría todo el tiempo del mundo para dedicarle.

«¿No quieres vivir? ¿No quieres la vida eterna? Si te quedas con Potter nunca verás el final de esta guerra».

Había pensado en ello. Mientras se escabullían por los rincones de la casa de Theodore para besarse, para aprovechar el tiempo, para hacer que valiera la pena en vez de hablar del futuro, porque ya era claro que no tendrían. El futuro era en ese momento, ya no había otro posible. Antes habría huido en un segundo; antes de no matar a Dumbledore. Pero en ese momento había visto lo que significaba en la piel de Ginny Weasley, que casi había perdido su autonomía, que luchaba contra ella misma, que había peleado hasta el final para mantener su identidad. Si Draco Malfoy se negaba a alguien, se negaba a perderse a sí mismo.

«Ya lo sé», pensó, «ya lo sé, ya lo sé».

Ya había una lápida con su nombre. No llegaría al año siguiente, quizá ni siquiera al verano. Nunca vería el milenio, nunca se casaría con nadie.

La respuesta hizo enojar a Voldemort. Lo supo cuando le llegó el dolor de cabeza: sentía que le explotaban las sienes. Gritó, no pudo contenerse y unos segundos después alguien golpeó en la puerta del baño. Draco la ignoró hasta que oyó su voz.

—¡Draco, sé que estás allí!

Potter.

«Harry», se corrigió.

Alcanzó el seguro del baño y lo quitó. Harry lo oyó y abrió la puerta. La cerró tras de sí.

—¿Lo sientes? —preguntó.

Draco asintió.

—Creo que ya no tiene a quien... a quien molestar... —Cerró los ojos cuando y sintió que Harry se acercaba a abrazarlo torpemente. Sus acercamientos casi siempre eran torpes y nerviosos, como si supiera como salvar el mundo pero no acercarse a un chico—. Joder... —dijo Draco, apretando la mandíbula, cuando sintió otra punzada en la cabeza.

Horrocruxes [Drarry] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora