★ ominoso pasado, nuevo presente ★

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Había pasado un tiempo, estaba junto con su hermano en medio de aquella sala, estaba recostado con la cabeza recargada en el regazo de su gemelo, una copia de el mismo.

-Es algo cansado... Joder en verdad hacer aquel cambio en la dimensión fue algo nuevo, aun creó que podríamos crear algo mas-. Comento con un ligero cansancio, aún recordaba aquella chistosa forma de hacer las cosas.

Había sido bueno hacerse pasar por humano, aun recordaba aquellos momentos más antiguos de su vida. Un joven rubio con mechones rosa estaba parado en medio de esa plaza, había llegado de la nada, miraba a todos lados, buscando su objetivo para poder hacer aquel trabajo.

«Eres un maldito dolor de cabeza»

Pensó mientras caminaba, estaba tan perdido, había tenido una de las noticias mas bonitas de su pútrida vida, si una bonita y bella noticia.

No hacia mucho había tenido la dicha de saber que su hijo había nacido, ahora iba en busca de la cabeza del infante a quien su "padre" quería, aunque en medio camino se lo tomo a pensar. No podía arrebatar la vida de un niño, no podía, algo dentro de el no lo dejaba un recuerdo cruel no dejaba de atormentarlo.

«¿Será correcto matarlo? Y si... ¿Le ofrezco un trato?... »

Aquella idea surco su cabeza, el menor como era en ese momento, camino hasta aquella cafetería, ocultándose en un árbol, miro fijamente a aquel establecimiento.

-"Se que estas ahí , sal con tu hijo"-.

Luego de aquel decir, la vio, tan hermosa como siempre, en verdad recordarle en esa forma, le excitaba, le brindaba placer y eso que en esa época... Era poco afectivo. Regreso a su figura normal, alto, delgado y con ese aspecto un tanto delicado.

-"No dañare a tu hijo, te lo prometo, pero ... Dejame cargarlo"-. No articulaba palabra alguna, todo era por vía mental, al tener al infante, reconsideró aquello que pensó antes de enfrentarla, sonrió y miro al menor, asegurándole no herirlo, miro a la mujer frente a el y sonrió.

-Te ofrezco un trato, un simple intercambio, tu hijo por el mio en un matrimonio, no ahora, sino mas adelante -

La vio dudar, a lo que insistió, vaya que lo hizo, de no hacerlo esos dos niños estarían en peligro, le entrego al infante, para luego desaparecer con una respuesta positiva.

Había pasado un tiempo de aquello, había llevado a su hijo a otro mundo donde no solo llevo al menor, sino al mayor de los dos, los había entrenado, aunque regreso al mayor a casa tiempo después, el infante que tiempo atrás comprometió regreso a sus 3 años, donde su hermano y familia, para esas épocas, ese rubio seguía fingiendo su apariencia de crio humano. En un momento de su recuerdo la voz de su hermano lo desvío, ya que poco hablaba.

-Eres un idiota, en verdad habías asustado a todos, no solo a ella, a varios humanos, que ..bueno.. Vendieron su alma pagando un precio justo a su deseo -. En efecto hacían eso, un deseo por un precio justo que era cobrado al inicio del contrato.

-Lo se, Yui, lo se bien-. ¿Cómo olvidarlo? ¡Habia engañado a todos y obtenido su alimento preferido! Almas puras, almas corrompidas y cuerpos humanos... Adoraba comer carne humana y sangre fresca.

A pesar de todo aquello, se levantó, para andar a un baúl, sacando un par de prendas, vistiéndose frente al otro. -Debo admitir que me divierte hacerlo, nadie sabe que "El mago de las dimensiones" es "El rey" que todos temen-. Menciona abrochado el botón del pantalón y mirando a su gemelo, el como el regente del infierno sabia que era temido ¿Y cómo no ser temido? ¡Si había matado a varios humanos, dioses, vampiros, ángeles y de su propia estirpe! Era algo que lo dejaba en una situación en duda de fiabilidad.

-Aun así no te arrepientes, y eso me agrada, hermano, apurate, todos te esperan y he de admitir que tener visitas es nuevo-

Al termino de aquellas palabras, se término de vestir, un jeans negro, botas de tacón negras, una playera manga larga negra ajustada y un cinturón plata con una doble cinta, tomo sus características joyas y su preciado dije, ya no usaba nada de su pareja, solo lo que le daban sus familiares, eso incluía joyas o ropa.

Bajo las amplias escaleras, había una reunión, un poco ortodoxa, ya que pocos podían entrar en aquel recinto, sonrió al llegar a donde ellos, una simple y fina oración paso por su mente...

«Siguen siendo felices, es momentáneo, pero prefiero esto... A la tragedia y lágrimas en sus ojos»

El rubio tomo su lugar en una larga mesa, era hora de comer, le sirvieron al igual que a todos, y sin saber porque había algo que todos podrían concebir en ese momento: la paz, una comodidad tan extraña pero placentera.

Algo en medio de aquello resonó de la voz de los hijos del rubio... Una melodía que no sabia si era referente a su estado anímico, porque todos sabían que él ocultaba y se tragaba todo tras una sonrisa.

"Tú, que conoces este dolor, pronto plantarás las semillas aquí otra vez...Esperas que las flores que cambiaron sus colores florezcan algún día..."

Tomo su bebida, mirando a su hijo quien cantaba ese pequeño párrafo, sonriendo melancólico, aunque ocultándolo tras aquella copa, miro a todo y todos.

No quería que todo fuera malo, debían disfrutar, no debían pensar en guerras, todos ahí conocían el dolor, todos sabían que era una perdida, todos, sin excepción.

Decidió sonreír verdaderamente, esa convivencia era nueva, debía ser sincero, escuchó la voz de todos, y al final se le quedaron viendo, se sintió como crió, era espantoso sentirse así, ¡Que la tierra se lo tragara! Estaba nervioso.

-Yo... Yo.. Yo agradezco que estén todos aquí, y en verdad espero estén pasándola bien y les guste la cena -. Por primera vez sonrió ampliamente, sin ser falso, tomando las manos de sus hermanas y apretándolas ligero, puesto no sólo era una celebración cualquiera, era una fiesta para las dos chicas, una celebración que quizo hacer recompenzando su forma de ser.

Recuerdos de un rey★Donde viven las historias. Descúbrelo ahora