Capítulo 15

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          - ¿Tú crees en Dios? – Preguntó Gloria a su novio. Se encontraban sentados en un campo de trigo a las afueras de la ciudad. Después de pasar horas buscando, el que sería, su nuevo hogar, decidieron ir a comprar un helado a una heladería cercana y caminar hasta los campos de trigo y sentarse a disfrutarlo, para luego continuar con su recorrido.

- ¿Qué pregunta es esa Gloria? – Le pregunta él viendo al cielo mientras trataba con su lengua de frenar la gota de helado derretido que recorría el cono, justo antes de que esta tocara su pulgar. – Sabes que soy fiel devoto. –

- Si. – Le dice ella mientras volteaba a verle, - Pero me refiero a si crees que de verdad nos vea todo el tiempo. – La chica suspiraba mientras con sus manos tapaba sus ojos de la luz del sol.

Entonces él bajó su vista dirigiéndola a la chica, pasaba su lengua por el frio helado de fresa. – Pues yo creo que sí. – Le dice él. – Creo que conoce nuestros pensamientos y emociones, así que no le toma mucho tiempo vernos a todos a la vez. – Para desviar el tema le daba un beso en la mejilla.

Ella se sonrojaba mientras se aferraba al cuerpo de su novio. - ¿Y crees que esté de acuerdo en que tú y yo vivamos juntos? – Volvía su vista al cielo.

- Pues no creo que se oponga. – Le dijo el con una sonrisa. En ese momento la joven volteó a verle y sin pensarlo le dio un beso al joven junto a ella, haciendo que ambos helados cayeran al suelo.

- Ve lo que haces... - Le dice él riendo mientras la tomaba para colocarse sobre ella.

- Podemos comprar otro. – Le dice ella acariciando su cabello.

- Mejor salgamos. – Le dice él. – Ya es tarde, si no nos damos prisa no podremos ver el último apartamento. – Se levantaba tomándola de la mano, y tirando de ella corrían un par de cuadras calle abajo, llegando a un edificio blanco, no muy grande en donde habían únicamente 4 apartamentos. – Aquí es. – Le decía él sonriendo. Ella se apresuró a llamar al timbre de la casa.

Esperaron un par de segundos cuando salió una anciana, se veía muy amable, con una sonrisa que hacía resaltar cada arruga de su rostro, una moña color rosa en la cabeza, y en su mano izquierda un bastón ortopédico de aluminio. Los vio y sonriente se dirigió a la pareja de jóvenes frente a ella. - ¿Ustedes viene por el apartamento vacante? – Preguntó la amable anciana.

- Así es amable señora. – Le respondió el joven con una sonrisa.

- Pues adelante. – Les dijo ella.

Entrando a la casa, los jóvenes veían lo limpia y silenciosa que era. - ¿Y cuantos apartamentos tiene acá? – Le preguntó él.

- Únicamente 4. – Le dijo la anciana mientras los llevaba por el corredor hacia el apartamento del fondo. – Pero yo vivo en el primero, así que únicamente tengo tres disponibles. –

Continuaban caminando hasta que la anciana abrió la puerta dejándose ver un hermoso apartamento. – Pues este es. – Dijo ella.

Los jóvenes lo veían sorprendidos, ella corrió directo hacia la ventana, - Pues tiene una hermosa vista. – Dijo de manera sarcástica.

- Claro. – Dijo él. –Hacia el edificio de al lado. – Ambos rieron. Él se dirigió a la anciana. - ¿Tiene el precio que decía el periódico? –

- Así es. – Le dijo la dulce ancianita.

El vio a su chica quien sonreía emocionada. – Lo quiero. – Le dijo a la anciana.

Las crónicas de NecrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora