Epílogo

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          Javier se levantó temprano a la mañana siguiente, la casa se veía intacta, como si nada hubiese pasado, Brenda hacía el desayuno y Tatiana dormía tranquilamente en su cama.

Mientras tomaba su desayuno, Javier le pidió a Brenda que fuera por su pequeña hija y se apresuraran a arreglarse y desayunar. Javier estaba listo para partir al funeral de su amigo Ricardo, pero antes debía terminar de leer el pergamino que tenía en las manos, jun pergamino que había encontrado frente a la puerta de enfrente de la casa, lo leyó por primera vez, y no podía creer lo que acababa de leer. Volvió a desenrollarlo y comenzó a leer su contenido una vez más.

Javier.

Sé que tal vez no volvamos a vernos, y que en un futuro quizás te olvides de mí, pero quiero que sepas que tú y tu hija me enseñaron a valorar la vida, y a las personas a las que me rodean y que amo.

Mikael me concedió el deseo de volver a la tierra y enmendar mis errores, no como Necros, sino como un hombre de verdad, así que decidí iniciar una nueva vida, además me concedió el deseo de conservar a los gemelos como si fueran mis hijos, míos y de Gloria.

Espero que el destino nos vuelva a encontrar. Por cierto, me tomé el atrevimiento de pedir un deseo de tu parte, tu hija perderá la memoria de su madre y de todo lo que pasó, al igual que todos los de la casa. Po favor encárgate de darle un recuerdo feliz de su madre a esa hermosa niña tuya. Y no olvides nunca el sacrificio que Ricardo hizo por ti y por tu hija, ese es el valor de un verdadero amigo.

Hasta pronto.

Héctor (Necros)

- Héctor. – Dijo Javier, en un pequeño susurro de sorpresa. – Espero algún día conocer a ese lado humano tuyo. – Hizo una pausa tratando de borrar los recuerdos de los sucesos de los días pasados. Vio a su hija bajar las gradas, con un vestido negro, que Brenda eligió por ella misma para vestir a la niña. - Bueno, es hora de ir al funeral de Ricardo. – Dijo Javier al ver a ambas bajar por el lado izquierdo de las escaleras.

De pronto suena el timbre de la casa. – Ya voy. – Dice Brenda corriendo a la puerta, tan rápido como su falda negra, escogida especialmente para el funeral de Ricardo. Abre y ve frente a ella a un hombre alto, castaño bien parecido.

Un hombre, que, parado frente a la puerta esperaba junto con dos niños y una mujer muy bella. - Hola Brenda. – Dice aquél hombre viendo a la mujer que abría la puerta.

- Pero si son... - Brenda se paraliza frente a las personas en la puerta.





"Los demonios son internos, están en nuestra cabeza constantemente, tal vez no vengan del infierno, tal vez el infierno está dentro de cada uno de nosotros..."

El Abuelo

Las crónicas de NecrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora