Mikael observaba desde el cielo todo lo que ocurría en la casa de Javier, trataba de no intervenir pero su arrogancia tampoco se lo permitiría. Se encontraba parado apoyado en su gran espada dorada, No reía, no lloraba, ni siquiera se inmutaba. De pronto sintió la presencia de uno de sus hermanos, no volteó a verlo, seguía interesado en lo que pasaba en la tierra.
- ¿Qué haces aquí Mikael? – Le preguntó Gabriel poniéndole la mano en el hombro. Mikael sin responderle simplemente siguió observando lo que ocurría en casa de Javier. - ¿No vas a responder? – Le preguntó Gabriel. - ¿Desde cuándo te importa tanto lo que hacen en la tierra? – Lo vio asombrado.
- ¿Qué quieres Gabriel? -. Preguntó Mikael a su hermano sin verle, estaba muy interesado en ver como concluía la historia en la casa Torreviarte. - ¿Qué acaso no ves que estoy ocupado? – Únicamente movía sus labios, toda su concentración se encontraba en Necros y su equipo, y la pequeña Tatiana.
- Eso ya lo noté. – Le dijo Gabriel. – Pero no es común que tú te intereses en las personas de la tierra, es más, nunca te había visto tanto tiempo aquí parado. – Trató de sonreír.
Mikael lo vio. – Deja de molestar hermano, estoy pendiente de Necros. ¿Lo recuerdas, no? – El ángel volvió su vista de vuelta a la tierra. – Me interesa mucho el saber que ocurrirá con él, tal vez lo perdone. – Se detuvo a observar a su hermano. - Tal vez. –
Gabriel se escuchaba satisfecho. - ¿Acaso el gran Mikael se está ablandando? – Preguntó Gabriel.
- ¿No tienes nada más que hacer? – Le respondió Mikael a Gabriel con otra pregunta, cosa que no solía hacer a menudo.
- Te estás ablandando hermanito. – Le dijo Gabriel a Mikael.
Mikael volteó. – Deberías juntar al conclave. – Le dijo a su hermano. – Tendremos trabajo. –
Gabriel se estremeció y se incorporó a un la do de su hermano. - ¿Recuerdas ese día? – Le dijo. – Pudiste perdonar a Héctor y darle una segunda oportunidad. – Gabriel y Mikael se vieron el uno al otro y se dio un silencio.
- ¿A dónde quieres llegar? – Le dijo Mikael ya un tanto molesto. – Déjate de rodeos y habla de una vez. -
Gabriel por primera vez sonrió. – Que si tú, el ángel más poderoso pudo hacer un acto de bondad, puede hacerlo una vez más, ¿No? – Gabriel escondía algo detrás de su sarcasmo, pero Mikael lo sabía, por ser el mayor, no puede ser burlado.
Mikael lo vio con una expresión de muerte furia. – Insisto hermano, ¿Qué quieres de mí? – Ya se le podía notar más molesto. – Si no tienes nada más que decirme puedes retirarte por favor. – Mikael movió su hombro para quitar la mano de su hermano posada sobre este.
- Ya me voy. – Le dijo Gabriel, Solo recuerda mis palabras hermano. – Mikael se quedó inmóvil y recuerdos vinieron a su mente
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- Debes ser fuerte si quieres salvarlo. – Decía Mikael mientras azotaba a lo joven atada frente a él, con la espalda desnuda, y sangre que brotaba de los cortes propiciados por el látigo de Uriel.
Gloria lloraba desconsolada por el dolor, tanto físico como emocional que sentía. Volteaba a ver a su verdugo con furia. - ¿Y quién dice que me rindo? Aún puedo continuar. – Al decir esto cerró un ojo con fuerza al sentir otro azote de su maestro. Soltó el aliento en un sollozo. – Puedo hacer esto todo el día, si quiere. -
Mikael volvió a azotarla. – Eres una pequeña insolente. – Le dijo a la chica desnuda frente a él acompañado de un fuerte azote en las espalda de Gloria.
- ¿No crees que ya es suficiente? – Preguntó Uriel tomando el látigo impidiendo un nuevo latigazo sobre la piel desgarrada de la joven.
- Por favor maestro. – Dijo Gloria asesando. – Déjelo continuar. Mi cuerpo aún resiste más flagelo. – Uriel la veía conmovido al escuchar la estupidez de la boca de la joven.
- Ya la oíste hermanito. – Dijo Mikael. – Por favor quítate del camino de mi mano. – Levantó una vez más el látigo frente a la joven. De inmediato su hermano se interpuso recibiendo él el fuerte azote por parte del ángel.
- Creo que ya fue suficiente. – Dijo Uriel a Mikael, quien le vio y con disgusto en su rostro bajó el látigo.
- Haz lo que quieras. – Le dijo Mikael entregándole el látigo de vuelta a su hermano. – Sin voltearles a ver se dio la vuelta y salió del lugar. Uriel tomó su látigo y vio cómo su hermano salía del salón de tortura.
Uriel se apresuró a desatar a Gloria y tratar sus heridas. – Pronto estarás bien. – Le dijo él mientras se arrancaba una de las plumas de su ala y la pasaba sobre las heridas de la joven. Estas sanaron de inmediato. Mikael observaba desde las sombras toda la escena.
Gloria volteó a ver a aquél ángel quien le había salvado de sus azotes. – Gracias maestro. – Le dijo. – Pero soy fuerte y puedo aguantar todos los dolores. -
- No tienes nada que agradecer criatura de Dios. – Le dijo él. – Tu causa es noble y haces esto por amor, ¿Cómo no podría yo ser condescendiente contigo? – Ayudó a la joven en sus brazos a ponerse de píe. – Tu alma es noble como tu corazón. – Le dijo con una sonrisa mientras le ayudaba a incorporarse. Mikael se sorprendió desde las sombras.
- Gracias maestro. – Le dijo de pronto la joven. – Me has salvado. – Mikael se sorprendió al ver la acción de su hermano y al escuchar las causas de Gloria. Entonces la joven perdió el conocimiento en los brazos de Uriel.
Gabriel aparecía a espaldas de Miakel. - ¿Qué haces aquí hermano? – Preguntó al ver como Mikael contemplaba la escena.
De inmediato Mikael volteó a su hermano. – Nada. – Dijo con su voz de trueno. – Iba de salida. – Gabriel lo vio pasar al lado suyo sin decir nada solo le seguía el paso con la mirada. Al desaparecer de su vista volteó de nuevo y pudo ver a Uriel curando las heridas de Gloria. Entonces lo entendió todo.
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- Sé que está bien entrenada. - Dijo Mikael desde donde se encontraba parado. – Pero no me molesta perderla, podría conceder su deseo de libertad. – Extendió sus alas y voló.
Gabriel lo miraba de lejos. – Has cambiado hermanito. – Dijo sin que Mikael pudiese escucharlo. – Y al parecer has cambiado para bien. - Entonces este también desplegó sus alas y fue a reunir a sus hermanos para prepararlos para lo que habría de venir.
Entonces Mikael reflexionó en sus palabras. – Tal vez si me estoy ablandando. – Dijo mientras volaba hasta llegar a la corte celestial donde esraba por juzgar a Necros y Gloria.
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Las crónicas de Necros
ParanormalEs la historia de un hombre que intenta salvar su alma exorcisando de manera neutral, hasta que se encuentra con una niña que contiene un demonio un tanto peculiar