Capítulo 11

2 0 0
                                    

          - ¿A dónde vas? – Dice una voz femenina desde el fondo. Todo lo demás que decía no se escucha claro. - ¡Espera! – Se veía un joven castaño, de ojos color miel parado en un balcón, con jeans y una camisa tipo camiseta color blanco, sin zapatos, en un balcón de un décimo piso.

- Estoy decidido. – Dijo muy tranquilo. – No me vas a detener. Nadie me puede detener. – Sentía como le tiraba de la camisa. No le soltaba. Él estaba decidido a saltar. Quien estuviera atrás no se lo permitía. Luchó con esa persona para realizar sus deseos suicidas.

- Por favor, no lo hagas. – Decía ella. Se le escuchaba llorando detrás. Estaba desesperada. - ¡Espera! ¡Regresa! – Seguía llorando. Él se decidió al fin y saltó al vacío. Mientras caía recordaba toda su vida pasar frente a él, como si el suelo nunca llegara, Era un largo camino abajo, se arrepintió de lo que estaba haciendo y quería volver, pero para él ya era muy tarde. No había vuelta atrás, entonces lloró al pensar en su novia. Al llegar al suelo todo se tornó negro, como cuando se quedaba dormido sin soñar nada.

De pronto despertó, no sabía en donde estaba, veía a su alrededor, se veía todo oscuro, había neblina por todos lados. No sabía dónde estaba. Escucho una voz al fondo. – Bienvenido al limbo. – Volteaba de izquierda a derecha, no había nadie. De pronto se detuvo, tenía a un hombre frente a él, con una capa negra que le cubría todo el cuerpo y la capucha le cubría la cara. Era muy alto y tenía un aspecto tétrico, casi daba miedo.

- ¿Quién eres tú? – Preguntó desesperado a la figura parada frente a él. Le causaba cierto escalofrío. – y ¿Dónde estoy? – Se acercó al hombre de la capa negra, pero aunque caminara y caminara hacia él, parecían estar siempre a la misma distancia uno del otro.

- Yo soy la parca, el barquero, recibo muchos nombres según la cultura, Caronte, llámame como quieras, yo seré tu guía por el limbo. – Al fin había desaparecido la barrera entre ellos, el hombre de la capa negra camino frente a él. – Sígueme y veras. – Necros caminó tras él.

Mientras caminaban por el camino trazado, la parca iba explicándole cada parte del limbo, cuando de pronto llega a un punto en el que el camino se divide. – Desde acá sigues solo – Le dijo. – como ves, solo hay dos caminos. - Señalaba ambos caminos al frente de los dos personajes. – Uno te conduce al cielo, el de la izquierda. El de la derecha es el tuyo. Ese te llevará directo a tu nuevo hogar. – Señalaba con su dedo el camino de la derecha. - El infierno es el único lugar al que puedes ir. Como sabrás, eres un suicida, y no tienes otra opción. – El hombre volteó a verle, pero el ente no mostró ninguna emoción al respecto. - Ahora vete. – Le dijo.

- ¿No vienes? – Preguntó Necros viendo a la parca tras él. Aquel personaje no mostraba ningún sentimiento, tal vez por ser quien guiaba a todas las almas que han muerto desde el principio de los tiempos.

La parca lo vio. – No. – Respondió. – Es tu decisión, es tu destino y tu camino. – Comenzó a desaparecer entre la neblina. – Ahora vete. – Le dijo a Necros casi desvanecido, el hombre ya no podía distinguir la silueta de la parca entre la neblina.

Él comenzó a caminar, y la Parca se volteó de vuelta por el mismo camino por el que venían. Al ver que la figura negra desaparecía en la neblina, siguió caminando hasta que, al cabo de tres días, llegó al infierno. Allí vio cosas horribles, pudo presenciar el sufrimiento y la agonía de aquellos que están condenados a sufrir en el fuego eterno. Pudo ver al mismo Lucifer en persona. – Debo salir de aquí. – Dijo, y sin voltear a ver atrás, corrió de regreso.

Lo que vio en el infierno es indescriptible, incluso para él, sabía que ese era su destino, pero no podía volver ahí, así que simplemente siguió caminando. Al cabo de tres días regreso al punto en el que la Parca le había dejado, vio el camino hacia el cielo. – Allí definitivamente no podré entrar. – Dijo con desanimo. - Pero qué tal si... - Se dio la vuelta, creyendo que podría engañar a todos. Y tomó el camino que conducía al cielo. Era un largo camino, caminaba, y caminaba, conforme caminaba, la neblina desaparecía y se iba aclarando, se veía cada vez más luz. El camino negro y oscuro se tornaba claro, lleno de luz y dorado.

Las crónicas de NecrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora