La más grande lección de toda familia sangre pura era despreciar a todo aquel que no encajaba en nuestro mundo, por supuesto que los sangre sucia y lo muggles eran una abominación para nosotros.
Mis padres me forjaron con buenos modales, debo decir que con ellos tuve mis primeras lecciones de duelos y hechizos. Mi padre era el que se encargaba de castigarme cuando me resistía a su adiestramiento... no se tentaba a la hora de lanzarme un crucio.
Es por eso que desde ese momento me obligue a mí misma a mostrarme indiferente. Ningún sentimiento era válido para mí. No conocía ni un poco de calidez, nunca recibí una muestra de afecto o un halago por parte de mis padres.
Quizás los únicos momentos en los que tenía un poco de paz era cuando nos reuníamos en la mansión de mis amigos, por supuesto sangre pura. Siempre que estaba con Draco, Daphne, Blaise y Theo era cuando lograba reunir un poco de felicidad, y en el fondo sabía que ellos compartían ese sentimiento.
Cuando cumplí los 11 años y entre a Hogwarts, pude librarme por un tiempo de mis padres.
A partir de ese momento, nuestras burlas y desplantes eran dirigidos hacia Potter, la comadreja y la sangre sucia.
No teníamos por qué haber sido juzgados, no cuando nuestros prejuicios estaban bien arraigados, como si del procedimiento de una poción se tratara. No podíamos mostrar clemencia o retractarnos en ese momento.
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El quinto año llego, y con ello Potter y el ejército de Dumbledore. Él como siempre alborotando el colegio, en contra de las reglas y de la cara de sapo de Umbridge.
Justo en ese año, mi mundo dio un giro de 180 grados.
Aquella noche del mes de mayo, por primera vez no había burlas de mi parte o miradas llenas de odio y desprecio de su parte. Solo éramos Harry y Pansy. Me conto sus miedos, y yo por primera vez me identifique con él en silencio.
Entendí su frustración y cansancio, y me sentí agobiada por la responsabilidad que tenía sobre sus hombros, y lo peor de todo es que el ministerio dudaba de que Él-que-no-debe-ser-nombrado haya regresado. ¡Bola de ingenuos! Yo lo había visto, y como no saberlo... mi padre era un mortifago. Si no hubiera tenido miedo en ese momento, yo misma lo hubiera gritado a todo el mundo mágico.
Y es que mi miedo radicaba en que no quería que este curso terminara, porque sabía lo que me esperaba al volver a casa... bueno, si es que a eso le podía llamar casa. El plan de mi padre era obligarme a llevar la marca tenebrosa en mi brazo.
Pero eso, no se lo pude contar a él.
Lo único que le pude decir, fue que temía por mí y mis amigos al estar en el bando equivocado (porque sabíamos que lo era), y que confiaba en que ellos, >>el bando de la luz<< pudiera acabar con ese mestizo. Era nuestro más profundo deseo. Ser libres.
Sentí mis ojos llenarse de lágrimas, y me sentí culpable de que ambos estuviéramos enfrentados en bandos diferentes. Él del lado de la luz, de lo bueno y lo correcto; y yo del lado oscuro, ruin, y marcado por la muerte. La guerra era inevitable.
En ese momento en la torre de astronomía, Harry Potter traspaso mis barreras de indiferencia, cuando lentamente y en silencio limpio las lágrimas de mis mejillas. Fue el acto más bondadoso de su parte, y que nadie antes lo había hecho con esa delicadeza. Mi corazón latió con fuerza y sentí la sangre acumulándose en mis mejillas. Tuve que obligarme a mirar hacia otro lado para que él no lo notara.
Algo cambio entre nosotros, porque a partir de esa noche nos encontrábamos en la torre que nos había acercado en secreto.
Pero fui ingenua. Obvio que las cosas buenas no duran para siempre, y menos para personas como yo.
El siguiente curso llego, y nadie regreso a Hogwarts siendo el mismo. Empezando por los de mi preciada casa de Slytherin. Draco y Theo llevaban la marca tenebrosa. Blaise y yo, con la amenaza latente de recibirla, y para rematar estaban obligados a apoyar la misión que el señor tenebroso le encomendó a Draco.
Tuve que tomar una decisión que destrozo mi corazón, y me arrepentí por haberme permitido sentir. Repudie profundamente mi posición y maldije de mil maneras al señor tenebroso, pero sobre todo a mí misma por creer que podía tener una amistad con >>el elegido<<... así que simplemente deje de asistir a nuestros encuentros.
Sentí más dolor cuando note que bastaron las tres primeras noches de ausencia para que Harry me volviera a mirar con desprecio y rabia contenida. Me intente convencer de que era lo mejor para los dos, más que nada porque para mí bando, él era el enemigo, sabía cuál era su destino, y no podía permitir que notaran esta debilidad por él, así que intente reprimir los sentimientos que Harry me provocaba.
No estoy segura de haberlo logrado.
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¿Se puede perdonar todo?
¿Eres capaz de olvidar mi pasado?

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Redención
FanfictionAun me pregunto, ¿Existe la redención para las personas como yo? Yo no sabía que la redención existía, hasta el momento en que él me lo demostró... •*'¨'*•.¸¸.•*'¨'*•.¸¸.•*'¨'*•.¸¸.•*'¨'*•. Todos los personajes le pertenecen a la maravillosa J.K Row...