CAPITULO II

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Mayo, 2007

Me encontraba en la sala de juntas junto con Theo y Hermione tratando un asunto de un divorcio de unos muggles, donde los dos peleaban la custodia de sus hijos. Nosotros queríamos que no fuera un trámite problemático para los niños y que todos pudieran salir beneficiados... Theo y yo sabíamos lo que era crecer en un hogar carente de amor.

—Draco, sé que tal vez no te parezca la idea, pero Harry me pidió que lo acompañara al ministerio en su audiencia de divorcio con Ginny... Así que me ausentare por unos días. — Me causo una gran sorpresa escuchar que Potter quería poner fin a su relación con la comadreja menor, y por supuesto que no me parece la idea de que el cara rajada quiera que mi esposa este presente.

— ¿Y porque razón Potter necesita que tu estés con él? — Deje que notara mi molestia al respecto.

— Sabes que tanto él como Ginny son mis amigos, no es solo para estar con Harry... me imagino que mi amiga tampoco la está pasando muy bien, solo quiero asegurarme de que los tres estén bien, recuerda que su hijo es mi ahijado. — Ni siquiera me di cuenta del momento en que salió Theo de la sala, de seguro pensando que se avecinaba una discusión. ¡Ja! No pensaba pelear, y mucho menos por Potter, no era él quien me preocupaba.

—Está bien, yo no te voy a reclamar nada y perdóname si soné molesto... es solo que se me hizo extraño, y además no quiero que tengas un problema. Sabes muy bien que a ninguno de los dos nos fue bien la última vez que estuvimos ahí. No quiero que te pase nada.

Y es verdad, la última vez que anduvimos por el callejón Diagon la gente no fue nada discreta y comenzaron los murmullos y las amenazas hacia mi persona y aunque las ignoramos todas, hubo uno que no se quedó con las ganas y me lanzo un hechizo de expulsión que me aturdió unos momentos, y mientras los demás lo vitoreaban por haberse enfrentado conmigo, algunos otros se encargaban de insultarla a ella por atreverse a estar conmigo...

—Oh mi amor — se levantó y camino hasta mi lugar, la tome de la cintura y la senté en mi regazo. ¡Vaya que la voy a extrañar estos días! — Te aseguro que no me va a pasar nada. Nadie se atrevería a atacar a su heroína de guerra una vez más, el último que se atrevió a hacerlo tuvo su merecido, además de que no hizo nada bien al atacarte. Debo decir que me causa coraje saber que no son capaces de perdonar, ustedes me han demostrado que si existe la redención. — me mira con tristeza y yo tomo su rostro y le doy un beso en los labios.

A veces he pensado que lo comprendimos demasiado tarde, pues si lo hubiéramos hecho antes nuestras acciones hubieran sido distintas, y se habría evitado mucho sufrimiento. Al final, todos esos castigos y esos malditos prejuicios sobre la pureza de la sangre solo nos trajeron desgracias.

Fuimos arrastrados a un bando que ni siquiera elegimos, llevados a luchar contra los que fueron nuestros compañeros y contra los que tenían la razón. Estuve a punto de matar a nuestro director y aunque las acciones de mi padrino lo llevaron a ser repudiado y a la muerte, le estoy agradecido de que mis manos no se hayan manchado de sangre inocente... Sin embargo eso tampoco nos salvó.

Fuimos condenados a cargar con el desprecio del mundo mágico y a alejarnos de aquello que siempre quisimos. Si tan solo hubiéramos tenido elección...

Pero el hubiera no existe.

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Me encontraba en el número 12 de Grimmauld Place, acababa de llegar la confirmación de Hermione de que vendría mañana al medio día. Mientras tanto yo esperaba a Ginny, habíamos decidido que queríamos llevar el proceso de separación de una manera tranquila y nuestro hijo apenas tenía tres años y sería más fácil, además de que yo no quería perder el contacto con los Weasley, ellos se convirtieron en mi segunda familia y siempre me acogieron como otro hijo. Ellos también estaban informados de nuestra separación pero al contrario de lo que pensé, se lo tomaron con calma y me pidieron que no me alejara y que los visitara de vez en cuando.

RedenciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora