Parte Única

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Bakugo Katsuki era un lobo de pelaje rubio ceniza y ojos rubíes que se encontraba esperando la llegada de su amo.

Estaba sentado frente a la puerta, moviendo su cola de un lado a otro de manera frenética y evidentemente molesta, tal vez un poco preocupada.

Se supone que el peliverde enclenque que era su dueño debió de haber llegado hace unas horas pero no había señales de él a muchos metros a la redonda. No podía olerlo y eso era un indicador de que algo no marchaba bien, pues Deku siempre era puntual si de llegar a casa se trataba.

Después de todo, adoraba pasar tiempo con él y jugaban juntos después de los largos días de trabajo que tenía el fantasma.

¿Entonces por qué no llegaba? ¿Le habría pasado algo?

Se paró y camino impacientemente sobre la alfombra mientras bufaba y gruñía. Tendría que ir a buscarlo si no aparecía a la cuenta de cinco.

1...

2...

3...

4...

Un instante antes de llegar al 5, el aire se llenó de la esencia de su amo y no dudo en ponerse en posición de ataque.

Una vez que el pecoso ser atravesó la puerta de entrada de manera literal, el cánido se abalanzó sobre él y lamió efusivamente su rostro mientras mordía con levedad algunas partes de su cuerpo.

Estaba reclamando su llegada tardía y también una explicación.

-¡Kacchan! ¡Basta, me llenas de baba la sábana!- Decía entre risas aquel fantasma de cabello verde que ya hacía tumbado en el suelo.

Katsuki ignoro a su amo y siguió pasándole la lengua por donde quería hasta que se cansó y se metió debajo de la sábana blanca que portaba su amo para ocultar su identidad en la tierra de los vivos. Se acurrucó y esperó a que el fantasma lo mimara como solía hacerlo.

Pero ningún mimo llegó.

Intrigado, salió a mirar a su dueño y este tenía una sonrisa en el rostro, resaltando sus ojos verdes y pecosas mejillas por el brillo que esta producía.

-Hoy sucedió algo muy bueno Kacchan, yo sé que te gustará mucho la sorpresa que preparé para ti.

El lobo miró con ojos severos al chico fantasmal y se sentó. Ladró para que prosiguiera con lo que fuera que estaba tramando y siguió los movimientos de las manos de su amo.

Al parecer, el chico traía algo importante en su mochila color amarillo pollo, pues se la quitó y la deposito en el suelo con lentitud, como si se preparara para dar un acto final justo como lo hacían los integrantes del circo de fenómenos de la ciudad.

El lobo intento olfatear para conseguir una pista sobre lo que se encontraba en la mochila pero su hocico fue detenido por un beso en la frente.

-¿Recuerdas que por estas fechas fuiste hechizado?- Preguntó repentinamente el pecoso.

Bakugo gruño a manera de afirmación mientras maldecía en su mente a la bruja gorda que no sabía manejar su magia como era debido y gracias a ella pasó de ser un hombre lobo a simplemente un lobo.

Desde ese entonces, el pecoso había cuidado de él como si fuera un animal de interiores.

Al principio estaba en desacuerdo y hacía rabietas cuando no conseguía lo que quería. Luego se dio cuenta de que recibir más frecuentemente los mimos y la atención del fantasma no era desagradable y al final termino por volverse un lobo doméstico.

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