ÉL ARDE COMO EL INFIERNO

5.9K 438 87
                                    

No he podido apartar la mirada de él,

No he dejado de desear que seas doce para las diez,

Mi corazón golpea con fuerza mi pecho, y mis manos pican.

Quiero que se baje del carro, quiero que se acerque y su atención sea dirigida únicamente a mí.

—Es que tú eres idiota —Caro soltó una carcajada colgándose la mochila rosada en su hombro, Alondra gimió y tiró de la chaqueta negra que la cubría del frío de aquella mañana, al parecer pronto llegaría el invierno, su estación favorita.

Habían pasado cuatro días desde aquel beso arrollador, desde el manoseo y también desde que le llamó vulgar, no se había animado a salir a la calle y verlo pasar, Caro lo había hecho y dice que la había saludado con aquella sonrisa tan hermosa que tenía. Si, hace cuatro días su mejor amiga sabía todo lo que había sucedido y aun no lo olvidaba, estaba segura que no lo haría. Ella era su cruz.

Sacó la tarjeta del tren y la pasó, siguiéndola, escuchando aun sus estruendosas carcajadas llamando la atención de la gente que salía de la estación, maldijo entre dientes y molesta la empujó pero eso causó más gracia en su amiga. Si, lo había echado a perder, era una tonta, una idiota en pocas palabras.

— ¡Eres bien bruta! —se quejó sobándose el brazo y sentándose, Alondra se acomodó a su lado y volvió a resoplar—. Vamos tonta, ya llegará la oportunidad de que llegue tu príncipe azul con lenguaje correcto y que tenga las manos lejos de tus tetas.

—Cierra el hocico.

—Es que yo no entiendo, es decir, a ti el musculoso te gusta —apuntó su amiga y la muchacha asintió a regañadientes—. ¿Entonces?

—Sabes el tipo de chico que me gusta...

— ¡Es que tú te complicas la vida, Alondra! —se quejó Caro—. Los chicos inteligentes con los que has estado han sido unos idiotas, mira el último, conocedor de mucho, guapo y amable ¡Te ponía los cuernos!

Alondra apretó los labios con fuerza y desvió la mirada, si, el bendito ex suyo había sido un completo idiota, le había arruinado una larga temporada, fue un canalla y aun a veces los recuerdos de aquella relación toxica la envolvía y la hacían sentir pésimo ¿Cómo pudo fijarse en un tipo como él? Tal vez se dejó cautivar por el bonito lenguaje que tenía.

— ¿Y qué se supone que deba hacer ahora?

— ¿Te gusta León? —la joven miró por la ventana y luego se puso de pie cuando llegaron a su parada, rápidamente Caro cambió de conversación y aquella tensa conversación se olvidó. Tenía libre ese día, y en la universidad habían salido temprano, bueno, Alondra más temprano pero decidió esperar a su amiga para regresar temprano.

Hoy era viernes, y su amigo Richard —del que en su momento gustó—, las había invitado a una fiesta que había cerca de donde vivían, los vecinos harían una pequeña reunión y habían jóvenes, como ambas no tenían nada que hacer aceptaron. A minutos de las diez los tres estaban afuera riéndose cuando él pasó, los ojos oscuros de León cayeron en Alondra y sonrió saludando, como si nada haya pasado, él no dejaba de verla, incluso detuvo el camión frente a ellos y con descaro saludó a Richard.

Después de aquello se despidió deseándoles suerte en la fiesta, pero Alondra pudo ver su sonrisa, la misma que tenía cuando le devoraba la boca y toqueteaba, la misma perversa que los prevenía de una catástrofe.

La fiesta era aburrida, había trago, comida y música, pero el ambiente estaba aburrido incluso con Richard hablando de medicina, porque para él: era muy interesante que sus amigas supieran eso, solo Caro le seguía la conversación mientras Alondra daba cortos sorbos a su trago y miraba alrededor hasta que a media noche sus ojos cayeron en el hombre que ingresó a la casa. No llegaba gorro y mucho menos una playera sin mangas, tenía el cabello peinado, una camisa roja de cuadros y encima una chaqueta de cuero que lo hacía ver más atractivo ante sus ojos y a las de las mujeres que estaban alrededor. El corazón de la muchacha golpeaba con fuerza y tembló cuando aquellos ojos salvajes la encontraron, la recorrieron con la mirada y terminaron comiéndosela.

Doce para las diez (+18) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora