León reía abiertamente mientras se lanzaba a la pequeña piscina que tenían en la casa de sus abuelos, sus hermanos cantaban en italiano y las amigas de sus primos lo miraban hambrienta, buscando cualquier oportunidad para rozar su piel, para tener su atención y Alondra no podía hacer nada. Estaba ahí, apretando con fuerza los labios y ella misma había declinado la oferta de acompañarlos, lo había hecho porque León había hecho una mueca, y la había ignorado. No quería incomodarlo, pero allí estaba, sufriendo por él, sufriendo por el primer tipo que amaba.
Cerró los ojos y tomó la camisa celeste que pertenecía a su hermano mayor, se la colocó encima del top y se puso unos cortos pantalones, salió de ahí ignorando la mirada penetrante que León le daba. Necesitaba estar lejos de él, necesitaba pensar y tenerlo cerca no ayudaba. Realmente había sido un error venir, seguirlo cuando las cosas estaban ya terminadas.
Soltó el aire que contenía y pedaleó con rapidez entrando al pequeño bosque que había cerca y al río, sin duda Italia era preciosa, todo y aunque no entendía lo que los demás decían, volvería a ese lugar, volvería más de una vez.
Dejó la bicicleta aun lado y se quitó los tenis caminando en dirección al río, esbozó una sonrisa y se quitó la camisa lanzándose, sin importar mojar su ropa. Chilló cuando sintió el agua helada envolverla, su cuerpo se tensó y al final tuvo que sumergirse más para adaptarse, estaba segura que si salía de ahí se congelaría. Disfrutaría.
— ¿Está tan helada como grita tu rostro, cuñis? —Gian Luca estaba recostado en el árbol sin playera y solo con unos pantalones cortos, su bicicleta estaba tirada en alguna parte de ahí. Se parecía mucho a León, aunque era más delgado y de cabello castaño, era muy guapo, seguramente era el boom entre sus compañeras de la universidad, estaba segura que Caro caería babeando por él—. Te seguí, ¿Por qué no nos acompañaste?
—No quiero incomodar —la joven se sentó dejando que el agua la cubriera hasta los hombros, había echado su cabello hacia atrás y tenía una sonrisa plasmada en su rostro.
—O tal vez estás celosa de las amigas de mi primo, ellas coquetean con León —se burló sacándose las zapatillas y lanzándose al agua, Alondra chilló cuando terminó por tirarla, al rato ambos salieron y soltaron una carcajada estruendosa—. Tranquila cuñada, León solo te quiere a ti.
—No es cierto, mañana en la tarde me regreso con tu hermana —la muchacha desvió la mirada y aclaró su garganta para que no se escuchara rota. ¿Así iba a terminar su historia de amor? No era justo—. Fue un gusto concerté Gian Luca, te daré mi número y te presentaré amigas.
— ¡Por eso eres mi cuñada favorita! —el muchacho, que era de su misma edad se lanzó hacia ella abrazándola con fuerza, Alondra río recordándole mucho a su hermano—. Debemos hacer algo hoy, debemos hacer que tú y León se reconcilien.
—Él me odia.
—Claro que no, solo está dolido. Su ego de macho peludo —Gian Luca no la soltó y la abrazó con cariño—. Hoy hay una fiesta, dirás que no irás y yo me quedaré, te arreglarás y luego iremos con unos amigos, así León se pondrá celoso y se comportará como un cavernícola.
— ¿Celoso?
—Los italianos odiamos que otro hombre mire a nuestras chicas, somos muy celosos y amorosos —Gian Luca pasó su barba por la mejilla de la joven causando su risa—. Ustedes volverán, déjamelo a mí cuñadita.
— ¿Qué sucede aquí? —Alondra se sobresaltó pero Gian Luca no la soltó, ambos miraron a León que estaba de pie a unos metros suyos, con el ceño fruncido y los labios apretados. Apenas llevaba unos pantalones amarillos cortos que caían en su cadera, su cabello peinado hacia atrás y gotas de agua recorriendo su cuerpo y deteniéndose en los tatuajes que tenía, se veía guapísimo y ahora se preguntaba si sus pezones estaban duros por el agua fría o por León—. No sabía que se llevaban tan bien...
—Para que veas hermanito —Gian Luca besó la mejilla de Alondra y se giró guiñándole un ojo, acción que León no vio—. Te espero a las nueve en la sala, ¿Vale, fiore?
León gruñó ante el apodo que su hermano utilizó, vio las mejillas de Alondra enrojecerse y sus celos fueron mayores. ¿Qué diablos sucedía ahí? ¿Tan rápido su hermano pequeño quería bajarle la novia? ¿La novia? ¡Por Dios, León, tú mismo la sacaste de tu vida!
— ¿A las nueve? Creí que irías a la fiesta...
— ¡Por favor hermano, Alondra y yo somos jóvenes, entre viejos es raro! —Gian Luca se fue sacudiendo la mano y Alondra aclaró su garganta sintiendo la mirada intensa de León en su cuerpo en especial en su top donde se marcaban sus pezones, con rapidez salió del agua y se puso la camisa abotonándola.
—Veo que te llevas muy bien con mi hermanito —la joven asintió sentándose en el pasto para ponerse las zapatillas, cuando estuvo lista se puso de pie caminando hacia la bicicleta pero León no la dejó avanzar—. Veo que ahora te gustan de su edad...
—Eres un imbécil —la sonrisa forzada que León tenía se borró ante las palabras de la muchacha—. Tal vez ahora me van de mi edad, como que los de tu edad están para el cementerio.
León rugió molestó y envolvió sus manos alrededor de la cintura, tiró de ella con fuerza y estampó su boca en la suya, mordiendo su boca tratando de apagar el fuego que sentía en su cuerpo ocasionadas por las palabras de su chica. Pasó su lengua por los labios llenos y rojos de Alondra, recorriendo la curva de estos para después succionarlos y aferrarla con más fuerza a su cuerpo.
La muchacha pataleó una y otra vez, pero a los minutos terminó envolviendo sus manos alrededor del cuello del hombro, pasando sus dedos por los cortos risos y profundizando el beso, le dio permiso para que introdujera su lengua, para que ambas terminaran danzando y uniéndolos aún más. León lentamente se dejó caer al suelo colocándola en su regazo, bajando sus manos a su cintura y presionando ahí, con fuerza, para que sintiera sus celos. Pero aquella acción solo provocó la furia en la muchacha que se puso de pie y estampó su mano en su mejilla, León siseó viendo las lágrimas en los ojos.
—Me has echado de tu vida, no vengas aquí a besarme cuando se te dé la gana.
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Doce para las diez (+18) TERMINADA
Proză scurtăNunca le gustaron los tipos de fácil sonrisa, de palabras bonitas y de boca sucia. Tipos que evitaba a toda costa porque todo en ellos gritaba peligro, revolución y corazones rotos. Él representaba todo lo que Alondra detestaba, pero aun así no pod...