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Olive

Llevaba días sin ver a Ashton, y lo peor era la forma en que ignoraba mis llamadas y mensajes. Hablar con Linzie era de ayuda, pero no me comprendía en realidad, sólo trataba de comprenderme, hacía su mayor esfuerzo, pero obviamente eso no era suficiente, yo necesitaba alguien que me entendiese a la perfección, y entonces apareció la respuesta ante mis ojos. La respuesta era nada más y nada menos esa que había llamado rara toda mi vida, aunque he de admitir que la llamaba de esa manera porque era lo que había oído durante toda mi vida a mis vecinos.

Marissa era, en realidad una chica dulce y muy comprensiva, en cuanto me vio llorando en el porche se acercó a preguntar que me pasaba, y gracias a la corta charla que tuve me sentía mucho mejor, y sabía exactamente lo que debía hacer. Debía ir a por todas, era ahora o nunca.


En cuanto me despedí de Marissa entré a casa y me cambié lo antes posible, arreglándome todo lo que podía para ir a verle. Tenía claro que no podía quedarme ahí sin hacer nada, debía ir hasta su casa y preguntarle la razón de que no me quiera hablar más.

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-Ashton, por favor, abre.

Había llamado a su puerta como cinco veces ya, y aún no había abierto, ni siquiera le había escuchado moverse, no sabía si estaba dentro, así que hice lo que me pareció más sensato, esperarle. No sería difícil ya que vivía frente a una cafetería, por lo que podría pasar allí el rato hasta que volviese. Lo que no esperaba era que al volver habiendo pasado una hora sentada en aquella cafetería me lo encontrase con una mujer, y que entrase con él a su casa. Era demasiado y no podía soportarlo, salí de aquel lugar lo antes posible, pensando en lo ridícula que debía verme en aquel momento, con un vestido precioso y rímel manchando mi cara por culpa de las lágrimas, debía parecer devastada, y en parte lo estaba.

Girls your age; A.I.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora