Después de sufrir un escalofriante accidente, Lara haría lo imposible por volver a la escuela de arte como si nunca hubiera sucedido nada. Sin embargo, por mucho que creyera que podía superarlo, se daría cuenta de que lo había perdido todo. Desperta...
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─═ Una extraña actitud ═─
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Después de esa tarde, el curso avanzó con cierta normalidad. Al fin y al cabo no quería perder el tiempo intentando encontrar a Eric, solamente lo evitaba, rodeada de mi grupo de amigos que no decía una sola palabra sobre ese tema porque comprendían lo difícil que era todo para mí.
A mediados de noviembre me volví a sentir como una estudiante normal, como si nunca hubiera cambiado nada, al terminar la segunda semana de exámenes y proyectos. Había sido agotadora.
Solo el último día disfrazado de martes me esperaba subiendo las escaleras en dirección a clase, perseguida por Julia con tan pocas ganas como yo de que el examen de Historia del Arte hubiera caído a primera hora, suspirando al llegar arriba. No habíamos tenido tiempo para repasar nada.
Olga nos entregó un pliego de papeles. Era realmente largo y laberíntico e hice lo posible por no equivocarme en nada, sabiendo que no podía permitirme errores absurdos en esos momentos.
Me tomó las dos horas disponibles poder acabarlo y salí la última a las ocho y cuarto de la noche pensando todavía en aquellas preguntas redundantes. Tuve que explicarme poniendo ejemplos y ciertos autores que ni siquiera habíamos dado durante el curso, haciéndome dudar y tener el presentimiento de que quizás no me aceptaría las respuestas. Esperé que fuera buena conmigo.
Aunque Olga no solía poner calificaciones muy altas.
—Lara, un segundo. —saltó Bastian entonces llamando mi atención, nada más bajar un par de escalones hacia la planta baja. —Marien me ha dicho que quiere hablar contigo sobre un tema.
Yo me detuve de golpe.
El chico había estado subiendo y bajando la escuela todo el día recuperando unos trabajos que la profesora de Proyectos le pidió corregir. En esos instantes que yo quise salir para olvidarme del mundo estudiantil por un segundo, sentí que volvía a tener motivos para desestabilizarme.
—¿Sobre qué tema? —quise saber, azorada.
—No lo sé. —dijo, acomodando la mochila en su hombro. —Te espera en la sala de profesores.
