─═ Recuerdos ═─
Me tomé un largo momento para reflexionar, aunque después de dos semanas, reflexionar ya no me funcionaba tan bien como al principio. Lo había pensado todo, lo había intentado controlar todo y al mismo tiempo acepté que ni siquiera cuando comenzó esta historia averiguaría el final.
Supongo que, cuando me senté en la silla de Eva al frente de su escritorio libre de papeles, había una voz en mi cabeza que me repetía que la vida era incontrolable. Podías estar bien durante un siglo, una semana o tan solo durante un segundo, la felicidad formaba parte de la realidad, pero también se tenía que pensar que la tristeza no dejaba de ser un sentimiento con el que convivir.
Estar feliz era tan lícito como estar triste.
Y en esos instantes, yo me sentía en medio de esas dos emociones.
No era la primera vez que yo experimentaba ese huracán inexplicable, en mi mente calculadora y programada para seguir horarios, sentirte confuso y traicionado por los esquemas era lo más común. Pero al levantar la mirada y encontrarme con los ojos de esa profesora divagando entre sus pensamientos, acostada en el sofá blanco, supe que ella también lo estaba experimentando.
Y por sus rasgos preocupados, deduje que no lo había asimilado.
—Intenta mantener tu mente ocupada. —le dije, en un suspiro.
—¿Qué? —murmuró, despertando del trance. —¿A qué te refieres?
Nuestras miradas se entrelazaron por un segundo. Me levanté con cuidado y ella se inclinó para dejarme sitio a su lado. Tuve la necesidad de explicarle lo que nos estaba quebrando a ambas.
—Esa presión es una reacción natural del cuerpo. —comencé. —La sientes en el estómago y en la garganta, como si tuvieras ganas de gritar. Suelen aconsejarte que para quitarla, llores hasta que te quedes sin fuerzas. A mí nunca me ha parecido la mejor solución, pero tampoco está tan mal.
Y me miró como si le hubiera leído la mente.
—Es como si me sintiera triste. —confesó. —Pero al mismo tiempo no lo estoy.
—Porque no lo estás. —seguí. —Y al mismo tiempo sí.
Los estudios del subconsciente humano habían fallado durante milenios a causa del argumento de que solo podías experimentar una emoción. No era posible mezclar euforia y rabia, tristeza y felicidad, miedo y valentía. La mente se decantaba hacia un costado y era imposible que alguien pudiera experimentar diferentes sentimientos a la vez. O al menos, eso aseguraban los expertos.
—Es normal sentirse así. —la tranquilicé.
—¿Y qué se debe hacer?
Después de todo lo que nos había sucedido, los dolores de cabeza, nuestro distanciamiento y la repentina segunda oportunidad que nos dimos en la escuela tiempo atrás, nos habían dejado a las dos con más dudas que respuestas. No supe responder, solamente recosté mi cabeza sobre su hombro y ella me aceptó, coordinando un suspiro largo que nos sacó una sonrisa a las dos.
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Think in Yellow
Storie d'amoreDespués de sufrir un escalofriante accidente, Lara haría lo imposible por volver a la escuela de arte como si nunca hubiera sucedido nada. Sin embargo, por mucho que creyera que podía superarlo, se daría cuenta de que lo había perdido todo. Desperta...