Después de sufrir un escalofriante accidente, Lara haría lo imposible por volver a la escuela de arte como si nunca hubiera sucedido nada. Sin embargo, por mucho que creyera que podía superarlo, se daría cuenta de que lo había perdido todo. Desperta...
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─═ La boda rosa ═─
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Después de perder un fin de semana pensando en demasiadas cosas a la vez, cuando me sentí en calma y preparada para hablar con Julia, volvía a ser viernes. Las asignaturas de ese día eran una mezcla de aburrimiento y dolor de cabeza, y no solo porque tuviera la clase de Pintura en la última hora del día. Caminé al lado de mi mejor amiga antes de separarla lentamente del grupo.
—¿Podemos hablar? —le comenté.
Ella pareció sorprenderse.
—¿Por qué? —se interesó. —¿Estás bien?
—Sí, sí. —le dije cortada, mirando al suelo. —Solo es posible que tengas razón.
Pero no me entendió al instante y tomó mi brazo, llevándome a la privacidad del aula de Teoría donde minutos antes habíamos tenido la clase, pero que en esos momentos no había nadie. Yo me recosté en la mesa de la profesora, sabiendo que en más de una ocasión estuve ahí con Eva.
Julia frunció el ceño.
—Me he perdido. —confesó, dudosa. —¿De qué tengo razón?
—Sobre Eva.
Y con esas palabras logré que se acercara a mí con una mirada interrogante y una sonrisa que lentamente la invadió. Me miró intensa, interesada. Esperó en silencio hasta que quiso hablar.
—¿Al fin aceptas que te gusta? —se alegró de ganar.
—No es solo eso. —temí entonces, pensando.
Y Julia ladeó la cabeza, expectante. Me crucé de brazos sin saber cómo seguir para no cometer el error de hablar demasiado, porque ni siquiera yo sabía lo que estaba sintiendo. Me bloqueé y al verme invadida por los ojos de mi mejor amiga que pretendían leerme la mente, suspiré débil.
—Es posible... —me corté, con cierto miedo.
—¿Es posible qué? —avanzó.
Hice silencio por un momento. Ella tomó mis manos y solo entonces me ayudó a sentirme bien, recordándome que no estaba hablando con una desconocida. La miré más confiada, tranquila.
