" A quien le dices tú secreto, le entregas tu libertad".
-Bienvenida.- saludo Jazmin mientras aguardaba a Flor en la entrada de su edificio.
La castaña le correspondió el gesto como la primera vez; se puso de puntitas y beso su mejilla. Jazmin desprevenida apreto el agarre en su antebrazo; no supo si fue para evitar el contacto o por querer alargarlo unos segundos más.
La castaña se apartó, dedicándole una sonrisa.
-Debí suponer donde te quedabas.- dijo al final refiriéndose al imponente edificio.
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Arqueando una ceja, Jazmin la observó. Flor llevaba jeans ajustados y un jersey de color verde vintage a juego con las Converse del mismo tono; ella definitivamente estuvo canalizando los ojos de Jazmin mientras se vestía puesto que durante la ducha se la pasó pensando en sus atractivos ocultos.
-Luces muy bien esta noche Flor.
Replicó Jazmin ignorando su comentario en un intento por sonar aduladora, si Flor aceptaba su propuesta ella estaría dispuesta a aprender nuevas palabras para seducirla.
Flor, reparando en su elegante e impecable traje gris acorbatado repuso.
-Gracias, también tú, de hecho creo que con ese atuendo te ves realmente sexy.
Ante el inesperado comentario, Jazmin desvío el rostro y giro hacia el ascensor guiando a Flor consigo; acto que espero que ocultara su revelador nerviosismo manifestado por sus mejillas carmesí.
Dentro del ascensor, las emociones se percibían en el aire; Flor expectante por lo desconocido y Jazmin, inusualmente temerosa al rechazo. El ascensor se detuvo en el penúltimo piso de la Torre, al deslizarse las puertas, Jazmin y Flor se hallaron en el vestíbulo del Penthouse y con un gesto de manos Jazmin invito a seguir a la otra mujer.
Siguiendo las indicaciones de Jazmin, Flor dio un paso adelante y bajo el único escalón que separaba el vestíbulo de la sala. A medida que avanzaba ella escudriño el espacio; la amplia sala adornada por muebles de seda gris del mismo tono que la cerámica del piso. Levantando la mirada diviso el escultural candelabro colgando del techo justo encima de la mesa central.
Girando el rostro, deslumbró a través de los ventanales la majestuosa vista de la concurrida South Beach por al noche, en cuyo balcón rechazó permanecia un solitario piano negro que era rodeado discretamente por sillas y una mesa central, ideal para una prevención privada. Antes de volverse hacia Jazmin, diviso por el rabillo del ojo la enorme y moderna cocina. A su criterio su apartamento era una cajita de fósforos en comparación.
Cuando acabo de admirar el panorama, tropezó con los ojos de Jazmin que la contemplaban en silencio a escasos metro de ella.
