Hermione.
El médico volvió a palpar mi abdomen, y yo suspiré. Era la decimoctava vez que lo hacía.
- El bebé debería estar en perfectas condiciones. - Nos comunicó. - Pero para estar seguros, le haremos a la señorita una ecografía, ¿Bien?
- Lo más pronto posible. - Draco no despegó sus ojos de mí en toda la consulta, y tampoco movió ningún músculo.
- Creo que eso es todo, señorita. - El doctor, quien debo decir lucía mucho más agradable que al que le había roto una lámpara en la cabeza, se levantó de mi lado en la cama, y me sonrió alentadoramente. La tensión en el ambiente era palpable, y Draco no hacía nada para ayudar. - Aquí tiene la pomada para los golpes, y pues... ¿Nos veremos mañana en mi consulta? - Preguntó, ahora girándose hacia Draco.
Me enfadó que para cualquier decisión que me concernía a mí, se girase a preguntarle a Draco. Cielos, ni que fuera mi padre.
- Estaremos allí. - Le comunicó fríamente, y el doctor asintió. Parecía acostumbrado a la estúpida actitud furiosa de Draco.
- Bien, adiós, señorita. Señor Malfoy. - El doctor inclinó la cabeza y se marchó junto con el guardaespaldas, dejándome a solas con el Señor Cabreo.
Volví mi vista a Draco.
Estaba sentado en el sillón en una esquina de la habitación, con ambos brazos apoyados en los posa brazos y las piernas separadas. Me mirada imperturbable.
- ¿Sabes? Justo ahora tienes un parecido increíble con El Padrino. - Comenté, intentando aligerar el ambiente.
No picó.
Siguió observándome, fijo, sin siquiera moverse.
Bajé mi mano a mi regazo, y comencé a juguetear con las sábanas que me cubrían las piernas.
- ¿Piensas quedarte mudo para siempre o empezarás a hablar en algún momento? - Pregunté, ya casi rayando la histeria. - Cielos, ahora hasta prefiero que me grites. - Murmuré, frustrada, sin levantar la mirada.
- Estoy intentando entender qué te llevó a actuar de una manera tan estúpida. - Respondió luego de unos minutos, y levanté la cabeza hacia él.
¿A qué se referiría?
¿Al embarazo? ¿A haberle ocultado el embarazo? ¿O a mi desastroso paseíto?
- Oh, bien, parece que los ratones no te comieron la lengua, finalmente. Qué felicidad.
- No juegues conmigo, Hermione. - Su voz me produjo escalofríos, y me arrepentí de haber intentado bromear. Volví a desviar la mirada.
Este Draco, el Draco mafioso, distante y frío, me daba miedo.
Rayos, le tenía pánico.
- Lo siento. - Susurré, volviendo a fijar la mirada en mi regazo.
Soltó una carcajada que me heló la sangre.
- ¿Qué sientes exactamente, Hermione? ¿Eh? Vamos, dímelo. - Levanté la mirada con precaución. Draco se había inclinado hacia adelante, apoyando los codos en sus rodillas. Clavaba sus ojos en mí como dagas. - ¡Dímelo!
Me estremecí, pero finalmente una oleada de rabia creció en mi interior.
- Siento muchas cosas, de la misma forma en la que tú deberías sentirlas. - Draco alzó una ceja, luciendo levemente sorprendido.
Oh, bien, nadie nunca lo desafiaba y aquí venía yo, a joderlo cuando estaba furioso.
- ¿Qué debería sentir, exactamente? - Preguntó con una voz que hasta podría pasar por tranquila, pero que destilaba enfado.
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Suya-Dramione
FanfictionÉl era un mafioso. Ella, una simple universitaria. Lo último que esperó Hermione al ser secuestrada, era terminar en las manos de un hombre como Draco Malfoy. Terriblemente poderoso, posesivo y seductor. Draco no sabía por qué la había aceptado como...