XV

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Hermione

- ¿Draco? - Sentado frente a mí, Draco levantó la vista de su plato y me miró expectante. - Necesito hacer unas llamadas telefónicas. Quería saber si podía hacerlas con eso que me diste.

- ¿Te refieres al teléfono celular?

- Aja.

- ¿A quién llamarás? - Suspiré con impaciencia, mientras lo veía llevarse la copa de vino a los labios.

- A mi padre, Ginny y Harry.

- ¿Harry?

- Es un amigo.

Tragué cuando su mirada se volvió a levantar, y me miró, gélida.

- ¿Amigo?

- Sí.

- ¿Desde cuándo?

- Desde siempre.

Levantó una ceja.

- ¿Y por qué nunca supe nada de él?

Bufé, pero Draco ni se inmutó, y siguió mirándome con aquella mirada glaciar.

- ¿Y ti que te importa?

Levantó una ceja, desafiante, y por unos segundos divisé a ese Draco. No al Draco juguetón, sexy y divertido que era conmigo. Sino al Draco distante, autoritario y frío. Al Draco mafioso.

- Dímelo.

- Es un amigo, ya te lo dije. Vive en el pueblo en que nací, pero vino a visitarme unas semanas. - Me encogí de hombros. - Debe estar preocupado por mí, ¿sabes?

- ¿Te acostaste con él?

- ¿¡Qué!? - Oh, bien, esto era demasiado.

- Que si tuviste sexo con él.

- ¡No! - Dejé caer los cubiertos sobre la mesa, enfadada. - ¡Diablos, no! Quiero decir... ¿Harry? Ugh.

Hice una mueca, y él por fin pareció entenderlo, porque una lenta y pequeña sonrisa se dibujó en su rostro.

Ah, él siempre tan voluble.

- Harás las llamadas, pero ya sabes que no puedes hablar de más.

- Oh, sí, lo sé. Ser secuestrada y mentirle a mi padre sobre ello es algo de todos los días. - Comenté sarcástica, dejándome caer sobre la silla.

Que a él se le haya pasado el mal humor no significaba que se me hubiera pasado a mí también.

- Estás enfadada.

- ¿De verdad?

- Hermione...

- ¿Sabes? Tú no eres el único con el derecho a ser sarcástico, Draco. - Comenté, mientras me levantaba de la mesa torpemente. - No tengo más apetito.

Caminé hacia dentro de la casa, sin saber exactamente a dónde ir.

Sentí sus pasos detrás de mí.

- Aquí. - Murmuró, apoyando una de su mano en mi baja espalda y guiándome por la mansión.

A pesar de mis esfuerzos por ser indiferente, su mano me provocó deliciosos espasmos por toda la columna, y suspiré. También había extrañado eso.

Oh, sí. Hacer el amor con Draco Malfoy no era algo de lo que uno se olvidara fácilmente.

- Entra. - Ordenó, cortando la línea de mis pensamientos.

Sonrojada, ingresé en la sala de estar a la que Draco me había llevado.

Estiró hacia mí un teléfono.

Suya-Dramione Donde viven las historias. Descúbrelo ahora