XXI

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- Mozzarella... Sí, una pizza con mucha, muchísima mozzarella. - Draco apartó la vista de la pantalla para mirar fijamente a su novia, que apoyaba los pies sobre su regazo y la cabeza sobre el posa brazos del sofá. Mientras tanto, Hermione parecía estar teniendo un sueño húmedo con... ¿Una pizza?

- ¿Amor? - La castaña se mordió el labio, con expresión soñadora, y Draco frunció todavía más el ceño.

- Draco, eso es lo que necesito.

El rubio arqueó una ceja, y paseó la vista desde el rostro de Hermione hasta su abultado vientre de seis meses.

- ¿Qué necesitas?

- Pizza. Mucha pizza. Con mucho queso. Oh, si...

- ¿No puedes comer otra cosa? María no está y no tenemos pizza. - Hermione lo fulminó con la mirada desde la otra punta del sillón, y Draco se amilanó.

Sí, ni un pelotón de francotiradores apuntándolo conseguían intimidarlo, pero su novia embarazada lo ponía en su lugar con sólo una mirada.

- Quiero. Pizza. - Espetó, separando las palabras, y Draco se puso de pie con un suspiro.

Y pensar que todavía quedan tres meses más...

- ¿De dónde se supone que sacaré pizza a la una de la mañana?

La castaña se encogió de hombros, con esa típica expresión de '¡Ese no es mi problema, campeón!', mirándolo con aquellos enormes ojos chocolate desde el sofá.

Draco paseó la mirada por la sala, soñando con que alguno de sus empleados aparecía justo en ese momento y se hacía cargo de ir a comprar la tan deseada pizza.

- ¡Draco! ¿Qué estás esperando?

Volvió a bajar la mirada hacia su novia, que le devolvió la mirada expectante.

- ¿De verdad que no puedes comer otra cosa?

- ¡Draco Malfoy! ¡Te juro que si no buscas la maldita pizza en este instante, te arrepentirás de no haberlo hecho cuando me encargue de ti!

El rubio le rodó los ojos, molesto, antes de tomar su chaqueta y caminar hacia la puerta de la sala.

Estaba tomando el pomo con una mano cuando un sollozo lo frenó de golpe.

Con el ceño fruncido, volvió apresurado hasta el sillón, en donde Hermione sollozaba desconsoladamente.

- Cariño, ¿Qué sucede? - Se arrodilló a su lado, apartando los castaños cabellos de su cara y secándole las lágrimas con delicadeza. - Ey, ya traeré tu pizza, lo prometo.

- ¡Lo si-siento, te traté tan ma-mal!

Hermione siguió sollozando, y Draco la miró desesperado.

- Amor, no, no llores. No me trataste mal...

- ¡Te amenacé! - Respondió, mientras se giraba para enterrar el rostro en un cojín.

Draco estaba histérico.

Nunca sabía qué hacer cuando las hormonas se apoderaban de su novia y decidían jugar un rato con ella.

- Sí, lo hiciste. Creo que te estás juntando mucho conmigo... - Hermione sollozó todavía más fuerte. Ok, bien, nada de chistes. - Pequeña, mírame. - Draco acarició sus cabellos hasta que Hermione despegó el rostro sólo un centímetro del almohadón, mirándolo con un solo ojo lleno de lágrimas. - Todo está bien, no me ofendí, y no lo sientas. Lo entiendo perfectamente, estás alterada. - Hermione abrió los ojos como platos, y luego abrió la boca dispuesta a mandarlo a freír nabos. ¿¡Quién se pensaba que era él para decirle que estaba alterada!? Pero Draco fue más rápido, y comenzó a hablar con rapidez. - No, no estás alterada, claro que no. Siento haber dicho que estás alterada, era mentira. - Draco decidió dar por terminada la charla, al ver que no lo estaba llevando a ningún lado seguro. - Preciosa, iré a buscar tu pizza, ¿De acuerdo? Todo está bien, ven aquí. - Se inclinó para besar su frente y Hermione lo miró fijamente, viéndolo ponerse de pie. - Te amo.

Suya-Dramione Donde viven las historias. Descúbrelo ahora