XI

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Hermione

Me estiré y abrí mis ojos lentamente.

Todo está muy oscuro.

Inspiré con fuerza, sonriendo al sentir el glorioso aroma de Draco impregnado en mí.

Sentí su duro pecho en mi espalda, y su brazo rodeando mi cintura posesivamente.

Intenté moverme, pero Draco emitió un pequeño gemido y me apretó con más fuerza. Roja como un tomate al recordar lo que había pasado hace unas horas, giré dentro de sus brazos, y me encontré con el rostro de Draco a escasos centímetros del mío.

Dios santo, es extremadamente adorable cuando duerme.

Su rostro está relajado, y sus labios no poseen aquella típica mueca sarcástica. Parece un niño pequeño.

Levanté mi mano derecha para acariciar su mejilla con suavidad, y Draco suspiró.

- ¿Siempre miras a la gente cuando duerme?

No abrió los ojos, y su voz sonó muy baja.

Sonreí.

- Oh, sí. Es un pasatiempo de lo más entretenido.

Draco abrió los ojos durante unos segundos, y luego los volvió a cerrar, mientras una tenue sonrisa se expandía por su rostro.

- ¿Ya es de noche?

- Sí. Dormimos todo el día.

- Mhm. - Draco rodó hasta dejarme debajo de él, y enterró su rostro en mi cuello.

- ¿Qué haces?

- Tomemos un baño. - Se limitó a responder, para luego ponerse de pie y tenderme una de sus mano. - Vamos.

La tomé, y lo dejé guiarme hacia la gigantesca bañera.

- ¿Por qué todo el tan grande aquí? - Susurré, y él soltó una carcajada, mientras abría la llave del agua caliente, y luego se giraba para mirarme intensamente.

Con un sonrojo, caigo en la cuenta de que estoy desnuda, igual que él. Me apresuré a darme la vuelta, dispuesta a buscar algo con lo que cubrirme en ese instante, pero Draco rodeó mi cintura con los brazos y me estrechó con fuerza por detrás, enterrando su rostro en mi cabello.

- Estoy desnuda. - Susurré.

- Lo sé, y me encanta. Tú me encantas. - Me hizo girar entre sus brazos y me sonrió torcidamente. - ¿Pensaste que nos íbamos a bañar vestidos o qué?

Rodé los ojos, apretándome más contra él para cubrir mi desnudez, y Draco gruñó levemente.

- No estoy acostumbrada a andar desnuda al frente de... la gente.

- Demos gracias a Dios por eso. - Susurró, y luego me tomó en brazos, sumergiéndome en la bañera. El agua estaba caliente, y me relajé en cuanto entré en contacto con ella. - Siéntate. - Me ordenó, y obedecí al tiempo que lo miraba con una ceja alzada.

- Eres un dictador. - Le reproché, y Draco sonrió mientras se metía en la bañera detrás de mí, quedando con sus piernas a mi alrededor, y su pecho contra mi espalda.

Me abrazó, mientras dibujaba círculos con sus manos cobre mi vientre, y yo inhalé con fuerza al sentir su erección contra mi baja espalda.

- Me gusta que me obedezcan. - Respondió con simpleza.

Estuve a punto de contestarle, pero reemplacé las palabras mordaces por un gemido en cuánto su mano entra en contacto con mi intimidad.

- Draco... - Me mordí el labio con fuerza, sintiendo sus hábiles dedos acariciarme allí abajo.

Suya-Dramione Donde viven las historias. Descúbrelo ahora