02 Mechanical games

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Finalmente era el día donde Jooheon tenía que colgarse el chaleco rojo fluorescente y pararse al frente a maniobrar el juego que estaba predestinado para él.

Según habían dicho los dueños del parque, en el pueblo anterior tuvieron un problema con la corriente eléctrica. Entonces él y el equipo (de jóvenes) de la herrería de su padre estaban allí para manejar aquellos juegos que habían presentado inconvenientes, por si acaso debían interrumpir su funcionamiento.

Lo mejor era tomar medidas ante cualquier duda. Eran profesionales, después de todo.

La noche estaba fría a pesar de ser verano, el aire estaba seco y juraría sentir sus preciosos y regordetes labios cortados de tanto salivarlos.

Hyunwoo estaba en el juego contiguo al suyo, luciendo impasible mientras recibía los tickets y dejaba pasar a las personas. Era un trabajo fácil y tranquilo, pero el frío lo arruinaba.

Jooheon se había confiado y había tomado uno de sus abrigos enormes (pero para nada calientes) solamente. Sus manos estaban pálidas, secas y temblaban un poco.

Sus ojos viajaban de persona a persona, esperando de forma impaciente a que por fin se hiciera la hora para irse a casa, y que, además, no tuvieran ningún inconveniente con ninguna máquina. Jooheon estaba cansado y de tanto mantenerse en pie los talones empezaban a dolerle.

Jooheon aceptó la tira de tickets que le estaba entregando un musculoso muchacho de cara pequeña, pero antes de cortar únicamente uno de ellos, el chico se acercó más a él para que pueda oírle mejor.

―Somos tres ―le dijo.

―Bien, suban.

Jooheon le entregó la tira luego de cortarla y contó las personas que subieron detrás de él sin prestarle demasiada atención. Cuando pasaron las tres espaldas por su mano, volvió a tomar otro ticket. Para el momento en que el barco vikingo estuvo lleno, Jooheon ajustó los seguros de cada asiento nuevamente.

Encendió el juego con una palanca y este arrancó, despacio. Mediante el tiempo transcurría, Jooheon iba aumentando la velocidad.

Cuando el barco estaba a lo alto, a máxima velocidad, todas las luces del parque se apagaron repentinamente. Se escuchó de forma inmediata el bullicio de las personas, las que estaban en fila se empezaron a dispersar a los pocos segundos, y los que estaban en juegos en funcionamiento chillaron, especialmente los niños que se encontraban en la Ola, la gente del Kamikaze que estaba manejando Hyunwoo (que se hallaba completamente de cabeza), y el barco vikingo (eran los juegos más populares del pequeño parque).

Jooheon sacó su teléfono móvil, y así como hicieron muchas personas más, alumbró con su linterna a la gente dentro del barco para asegurarse de que estuvieran todos bien.

―¿Hay algún niño ahí?

―Sí ―dijo un chico―. Pero tiene once, y no tiene miedo, no te preocupes.

―¿Están todos bien? ―volvió a preguntar.

―Sí ―respondieron un par de personas a coro.

Pero una voz preocupada dio una respuesta negativa.

―Mi amigo, tiene problemas para respirar, Hyung.

―Ayúdalo a tranquilizarse, dile que inhale, cuenta hasta tres y que suelte el aire. Arreglaré esto. No se preocupen.

Jooheon rápidamente se dio cuenta que el problema había surgido del barco porque algo en él hacía ruidos impropios, así que se acercó a revisar el motor y los cables que lo rodeaban, con un par de toques las luces volvieron a encenderse rápidamente. Sin embargo, los juegos seguían atascados a lo alto.

Jooheon prestó su atención al chico que estaba teniendo problemas para respirar, se veía cohibido y sudoroso. Era un tipo grande, quizá de su edad, pero aun así tenía miedo y Jooheon lo entendía.

―Bajaré despacio ―anunció, bajando la palanca lo más lento posible―. Ya está solucionado.

Cuando el barco vikingo estuvo listo, las personas comenzaron a bajar. Jooheon se acercó a la niña de once años y le preguntó si estaba bien, felicitándola por ser tan valiente.

También se acercó, casi vacilante, al trío de jóvenes que aún no se bajaban del barco. El chico que anteriormente le había pedido cortar los tres tickets de la misma tira era quien respiraba (ahora) lento y fuerte. Una vez que estuvo enfrente de ellos, miró al chico y le preguntó si estaba bien. Él no podía hablar, pero su amigo asintió por él.

―Ya bajaremos. Lo siento, le teme a las alturas y lo obligué a subir.

El chico era más lindo que algún otro chico que haya visto antes, su cabello era rubio oro con el corte al medio, tenía algunas hondas en él; usaba maquillaje leve y sus labios finos tenían un tenue rojo brillante; vestía con jeans negros ajustados, una camiseta oscura con una frase en inglés que no se tomó el tiempo para leer y una chaqueta de cuero. Luciría como el chico malo de un romance adolescente, si no fuera por la cara extremadamente angelical que llevaba; su piel era blanca y se veía demasiado suave en contraste.

De repente Jooheon ya no sentía tanto frío.

Jooheon se asustó por el hecho de observar al chico de más, ya lo había hecho antes y todavía seguía asustado por eso también, pero no se detenía.

Cuando ellos ya bajaron del barco, Jooheon se dio cuenta que uno en realidad era una chica con el corte popular de hombres. Era bonita, con aspecto japonés (aunque dudaba que lo fuera), pero pasó de ella. El otro, el acrofóbico, estaba parado mirando al suelo siendo sostenido de los brazos por sus amigos ya que sus piernas no dejaban de temblar. Él era musculoso, pálido extremo, cara pequeña y lindo; a Jooheon le dio ternura.

―Sí, mala idea. Deja que se siente y dale un poco de agua ―aconsejó Jooheon al chico rubio.

―Muchas gracias, Oppa. ―La chica hizo una inclinación y sonrió.

Los jóvenes se fueron y Jooheon no volvió a cruzarse con ellos durante la noche, tampoco pudo ver a alguien que superara la belleza que había encontrado en ese muchacho rubio.

Ethereal ✔︎joohyuk。2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora