Parte IV. Una muestra de verdad

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—¿A qué idiota se le ocurre entregar un trabajo como este con un día de anticipación? La mayoría de nosotros ni siquiera logró completar la maldita cosa —dijo Kacchan, que estaba de pie junto a él en el ascensor.

Por alguna razón incomprensible, Midoriya dirigió sus ojos hacia las extremidades del otro y encontró que tenía ambas manos al interior de los bolsillos de su pantalón.

Ese detalle lo calmó.

—Yo... supongo que lo tenían planificado desde antes, ya sabes cómo se toman esto de hacer exámenes. Y no llames idiota al profesor, Kacchan.

Apenas terminó, Midoriya se sintió bostezar. Casi había olvidado usar su mano para cubrirse la boca, debido a lo repentino que fue. Cuando su mirada cayó en Kacchan nuevamente, ahora algo lagrimosa debido al sueño, este dio un chasquido molesto.

—Es una estupidez —dijo. Después lo apuntó con su mano derecha—. Y no trates de justificar a los profesores cuando te ves como la mierda, Deku. ¿Lo terminaste?

—Claro que lo hice. Al igual que tú —Se encontró replicando. Su mirada se alzó hasta el numerador que estaba en el dos, volvió a bostezar y luego regresó a mirar a su compañero.

Kacchan sonreía con petulancia mientras se inclinaba un poco hacía su rostro.

—Al menos no luzco como tú, Deku. Hasta podrías usar este ascensor como una maldita cama si no te estuviera hablando en este momento.

Midoriya se removió incómodo. No le agradaba que lo leyera de esa manera.

—Tal vez tengas razón —respondió, sin alejarse de la cercanía del otro—. Pero tú también tienes unas ojeras terribles, Kacchan. Y estás pálido... —agregó preocupado—. Tal vez, deberías ir a...

Cuando Midoriya notó que su mano se alzaba para tocar el rostro de Kacchan, supo que todo aquello era extraño una vez más.

¡Estaba seguro de que no importaba que pasara, el no intentaría tocar a Kacchan así, de la nada! Por no mencionar que Midoriya estaba seguro de que se habría alejado de Kacchan —al menos un paso— si hubiera sido capaz. Estaban demasiado cerca para su comodidad. Sinceramente, comenzaba a odiar todo eso. ¿Qué no se suponía que la gente construía sus sueños desde una base real? Y eso no se estaba pareciendo a su yo verdadero, no lo suficiente a su yo actual.

¡Él se moriría de la vergüenza!

Por suerte para él, Kacchan decidió dar un paso hacia atrás justo cuando comenzaba a inquietarse seriamente, para luego girar el rostro otra vez y mirar el numerador. Ya estaban en el cuarto piso.

—No te invité para que me dijeras que debo ir a la maldita enfermería. —Kacchan replicó.

Midoriya casi olvidó a que se refería debido a su diatriba interna, por suerte, su imagen externa no lo hizo:

—Yo no iba...

—Sé que ibas a sugerirme eso—. Objetó Kacchan. Hizo un gesto hacia el pasillo y luego agregó—: Vamos.

Tanto el Midoriya externo como el interno dejaron de replicar y siguieron los pasos de Kacchan hasta su habitación. Estaba sorprendentemente ordenada y no había ningún tipo de exceso a la vista como decoración. Él estaba perplejo. La cantidad de detalles que su cerebro podía generar al crear la habitación de su amigo de la infancia era impresionante. Por supuesto, él jamás la había visto en persona, pero allí podía notar hasta los detalles en los lomos de los libros que había en una encimera.

—Así que así luce tu habitación... —expresó Midoriya con amabilidad.

A su espalda, escuchó como el dueño de la habitación cerraba la puerta.

Conciliador de Sueños [KatsuDeku]•en edición•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora