Intentó abrir sus ojos pero no pudo, algo le impedía hacerlo. Se asustó al no poder, comenzó a removerse, su cuerpo dolió en exceso quería llorar, gritar. Dejó de responder su cuerpo a sus estímulos de moverse y pedir ayuda, se fue a cero.
Abrió los ojos con lentitud dejando entrar la luz a su retina, estaba en un parque sentado en una banca bajo un inmenso árbol que se sacudía con la brisa de la tarde. Miró hacia el lado y ahí estaba Changbin sujetando su mano sin dejar de sonreír, aquello también le hizo sonreír. Lo extrañaba, sabía que lo había hecho con él estaba mal más
cuando Changbin jamas fue malo en la relación ni mucho menos había sido alguien de quien arrepentirse de haber conocido. Era como la vez en que se conocieron, él seguía siendo igual. Pese a que eran desconocidos seguía queriéndolo y también sabía que Changbin tampoco había dejado de quererlo.— ¿cómo te sientes? -la voz de Changbin lo hizo mirarlo
— Bien, muy bien -sonrió ampliamente
— Me alegro -acarició su mejilla -Vamos...
Se levantó de la banca en la que estaban y sin soltar su mano, comenzó a andar por un sendero.
Era una especie de cita, no le importaba el frío que estaba haciendo ni que se estaba oscureciendo. Subieron a un taxi que los dejó frente a un teatro.
Cuando miró a su lado para bajar, Changbin ya no estaba. Con extrañeza bajó adentrándose en el lujoso teatro, la boletería estaba vacía, caminó por la alfombra roja, las separaciones para las filas eran de terciopelo, los cuadros de las obras a presentar estaban allí. Miró en un gran espejo que había su reflejo.
Vestía un traje formal, un corbatín, su peinado era algo muy sofisticado. No estaba usando gafas y podía ver a la perfección cada detalle de las cosas. Abrió la gran puerta que daba a la sala de funciones, que era pesada, no había nadie a excepción de dos personas en primera fila.
Era enorme el lugar, galerías lujosas, luces, brillos, el color rojo reinaba. Caminó hasta las personas que al reconocerlos, sus ojos se cristalizaron
— Jisung -habló la mujer
— Ma-mamá... Papá... -las lágrimas cayeron
— Te estábamos esperando cariño -el hombre sonrió -Ven con nosotros, te cuidaremos
— Los extraño mucho... M-me hacen falta -su voz se quebraba -Quiero estar con ustedes siempre Ambos se acercaron y lo abrazaron, se aferró a ellos mientras las lágrimas caían sin control.
No se hacía la idea de perderlos otra vez, sin ellos se sentía aún más solo. Su abrazo era cálido, estaba protegido y a salvo de cualquier mal que se avecinara.
— Ven con nosotros hijo, seremos felices como siempre debió haber sido -la señora secó las lágrimas del chico
— M-mamá, tengo miedo
— Con nosotros nunca más lo tendrás, no sufrirás nunca... Nunca más -su padre acarició su mejilla
— Si me voy con ustedes... ¿Nunca más volveré a ver a mi tía, a Minho o a Changbin?
— Los estaremos esperando aquí también, no te preocupes ellos lo entenderán.
Sin soltarlos continuó llorando, sus padres lo abrazaban aún más fuerte. Quería quedarse con ellos, no soltarlos nunca más. Los había perdido en un accidente automovilístico cuando era pequeño, desde ese momento descubrió lo solo que estaba. Que no tenía a nadie más que a su tía. Sus padres lo habían sido todo, y ese todo fue lo que le arrebataron. Siempre quiso ir con ellos, ahora tenía la oportunidad de hacerlo y ser feliz.
— ¿Qué dices Jisung? -su madre no dejaba de sonreír
— ¿quieres venir con nosotros? -. Su padre le dio un beso en su frente.
Estaban durmiendo en la sala de espera cuando escucharon a los doctores, enfermeras y enfermeros correr de un lado a otro. Minho talló sus ojos al ver que entraban corriendo a la sala de Jisung con máquinas.
Ambos corrieron por los pasillos también, necesitaban saber qué estaba ocurriendo. Detuvieron a una de las enfermeras que iba a cerrar la puerta de la sala.
— ¿Q-qué están haciendo? -preguntó nervioso Changbin-
— Devolverlo a la vida -habló seco y cerró la puerta.
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