La espera, minutos, horas en las que los doctores y enfermeros no salían de la habitación de Jisung.
Se escuchaba murmullos,aparatos sonando constantemente. Querían noticias del pelinegro...Minho miraba el suelo con sus manos juntas, sus dedos se movían rápidamente. Su ceño fruncido como intrigado le daba la apariencia de que no creía que lo estaba sucediendo, y esperaba que le dijeran que era una broma para golpear a todos. Los sollozos de la tía de éste no eran de ayuda, él no se hacía la idea de perderlo. El llorar era una señal de estarse rindiendo en esos momentos y lo que menos quería que ocurriera era que Jisung se rindiera.
Porque aún no respondía su pregunta.Changbin oltaba suspiros que le secaban la garganta, miraba una luz parpadeante de la sala de espera. Sus manos en los bolsillos daban apariencia de indiferencia pero Jisung no era indiferente para él, podría decirse que era casi todo en su vida pero no debía demostrarlo porque él nunca demostraba nada.
Ahí estaban, ambos, casi a punto de explotar a causa del estrés. Nadie creía lo que estaba pasando, él jamás había hecho mal a nadie, al contrario, era Jisung quien era víctima todo el tiempo de malas personas. La vida nunca ha sido justa, las personas buenas son las que usualmente se van antes.
La puerta de la habitación de Jisung se abrió lentamente, ahí estaba el doctor quitando su mascarilla. Los enfermeros salían con la cabeza baja.
— ¿cómo está? - Changbirn era el único capaz de hablar en esos momentos
— Lamento decir... -el corazón de los tres se detuvo momentáneamente-No tiene mucho tiempo, logramos estabilizarlo pero...
— P-pero él se va a recuperar ¿no? -su voz tembló
— Temo que no -la señora tomó el brazo del más bajo — Él no sólo tenía problemas a la vista, él tenía muchas contusiones en su cuerpo, golpes, quemaduras, fracturas sin atención ¿se autolesionaba?
— Sufría de bullying -murmuró Changbin -Desde pequeño
— Pueden pasar, de ésta noche no pasa. Necesitamos su autorización para desconectarlo, tiene hasta las 11 de la noche para confirmar. es una ruleta, pero las probabilidades juegan en contra -habló fríamente.
Los tres asintieron y entraron a la habitación. Jisung estaba conectado a un respirador artificial, sus muñecas con agujas que se conectaban con, seguramente, sueros, medicamentos que lo mantenían estable. Su pecho estaba descubierto con las marcas del desfribilador. Moratones adornaban su blanquecina piel, cortes, inflamaciones que ellos jamás hubieran pensado ver en algún momento.
Él jamás mostraba más de lo que debía, siempre estaba muy abrigado. Ahora todo tenía sentido, él ocultaba sus heridas.
— Jisung... -habló Changbin -¿P-por qué? Tú no deberías estar aquí -. Se sentó a su lado apoyando su cabeza en la camilla mientras acariciaba la mano de éste. Minho se sentó por el otro lado junto a la tía de Jisung, en silencio.
Debían resignarse a perderlo para siempre. Las horas pasaban y él no sufría cambios. Las horas pasaban y ella debía decidir si desconectarlo o no. Si lo dejaba conectado podría hacerlo sufrir por todo, tampoco le habían dado esperanzas de vida. Pero su temor era desconectarlo y que él si hubiese podido recuperarse. El doctor había sido claro, de ésta noche no pasa.
La hora había llegado, el doctor entró con la fórmula para que aceptara sin reclamos luego. Todos se miraron con dolor, ella debía tachar el sí o el no. Changbin estaba inexpresivo, Minho acariciaba la mano de Jisung daba suaves apretones. Quería que despertara.
— Muy bien señora, no se preocupe por él. Estará en buenas manos -habló el doctor dejando la formula firmada y timbrada sobre el mesón. Se acercó hasta donde estaba Jisung y tomó el cable entre sus manos. La mujer había escogido dejarlo descansar.
Sus padres no dejaban de sonreír y de acariciarlo. Sonreía con nostalgia mientras se iba incorporando a ellos lentamente. Se sentía bien y no había nadie que lo estuviese golpeando, gritando cosas de mal gusto, insultando, despreciándolo, ignorándolo.
— ¿Qué dices pequeño? -su madre se sentó nuevamente.
— No queremos que te vuelvas a hacer esas cosas feas otra vez -añadió el padre
— Lo siento
En ese instante miró a su padre y sonrió, estaba listo para aceptar pero sus recuerdos poco a poco llenaron su mente. Había encontrado personas diferentes en su vida, a Changbin que lo había apoyado y cuidado toda su infancia. Minho, su gran amor que se convirtió en alguien especial al momento en que lo ayudó. Recordó los pocos momentos felices que tuvo, pero eran los mejores que podía tener. ip Pero estaba su lado opuesto, todo lo malo que vivía cada día. Estaba cansado de luchar contra los prototipos de vida, de ser quien era. Por cada cosa que hacía venía una crítica que lo derrumbaba. Cada día era un martirio, era un sufrimiento constante que quería acabar de una vez. La solución la tenía en frente, decir que sí y ya. No tenía muchas razones para no aceptar, sería feliz y dejaría de sufrir. Sus penas eran aún más grandes que todas su alegrías.
El doctor los miró y asintió desconectando la máquina que lo tenía en éste mundo. La señora salió de la habitación llorando, el doctor se disculpó con los chicos que tenían un maldito nudo en la garganta que poco a poco ardía más.
Se quedaron en silencio acariciando las frías manos del chico, él se había ido. Era lo único que probablemente los había unido y lo que ahora los separaría.
Se miraron unos segundos y se levantaron, Changbin besó su frente y su corazón se rompió, las lágrimas cayeron inmediatamente. Se separó secándolas con la manga de su suéter. Minho dio un beso en sus labios acariciando sus mejillas.
— V-vamos a ver a la señora -tragó saliva mordiendo su labio
— Lo siento -Minho soltó-Debí darme cuenta de lo que pasaba antes -suspiró-Yo debía protegerlo... Le fallé... No merecía su cariño, él... -cubrió su rostro conteniendo las lágrimas.
Changbin se acercó y lo abrazó, ambos lloraban en silencio. No querían aceptarla realidad, sus corazones dolían, sus ojos picaban, su garganta apretaba.
Querían gritar.— A-adiós... M-mamá...papá... -la suave voz los separó.
Miraron hacia la camilla, Jisung intentaba mover sus labios nuevamente al igual que sus dedos. Changbin corrió a llamar a algún enfermero mientras Minho temblaba a la vez que se acercaba de forma lenta y temerosa de que fuera una broma.
No era broma, Jisung había elegido quedarse porque pese a todo lo malo en su vida, tenía pequeñas pero valiosas razones que opacaban su sufrimiento. El dolor lo hacía valorar cada buen momento, y los buenos momentos lo hacían valorar los malos porque sin ellos no valoraría la vida. Con él, quizás, la vida no había sido tan injusta.