Capítulo 1: El escapé y la fusión.

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Se dice qué un guerrero muy poderoso habita en el mundo de los muertos, el cuál no ha podido ser procesado para que le borren la memoria y convertirse en otra persona.
Por lo cuál Enma Daoi-Sama tuvo que optar por la decisión de encerrarlo permanente en un espacio celestial en las lejanias.

Este personaje, se llama Gogeta. Un caso extraño que hasta ahora no ha podido ser resuelto.

Ya han pasado 5 años desde que se ha descubierto la existencia de este ser y aún se sigue indagando sobre el, en secreto.

- ¿Qué es lo que vez? -Pregunto Enma Daoi-Sama a la mujer enana y vieja que estaba al lado suyo, Uranai Baba, cómo solía apodarse.

- Uhm... Sí quitarás tu cabeza de la bola, podría ver mejor. -Le dijo en forma de orden, este se alejó para que ella pudiera trabajar en lo que más sabía, adivinar- Veo... La habitación, pero no hay nadie en ella.

- ¿Qué? ¿Cómo que no hay nadie? -Repitió en forma de pregunta, eso era imposible.

- Bueno, puede ser que se allá perdido en la eternamente en aquella habitación. Sin embargó, se supone que me está mostrando en donde está... Ésto... Es muy extraño. -Le confesó, haciéndole saber de su preocupación. Ambos sabían que era imposible que ese ser, no, que cualquier ser escapara de aquella habitación.

- ¡Oye, Shin! -Enma llamó a un lacayo qué estaba detrás de él ayudándolo con los papeles. El chico se acercó inmediatamente, ajeno a la conversación que estos mantenían- ¡Ve a revisar el área 478! Asegúrate de Gogeta esté ahí.

El chico asintió, confiado de que no moriría si lo hacía. Era imposible que lo matará, aunque pudiera verlo no habría forma.

La mujer de cabello morado se quedó observando al muchacho, esperando a que se fuera para poder hablar.

- ¿Crees que sea buena idea mandarlo sólo? ¿Y sí mejor voy con el? - Se ofreció, preocupada por los constantes cambios de color en su esfera.

- No, dudo que puedas ayudarlo en algo. -Menciono inocentemente, haciendo que la mujer se ofendiera por literalmente decirle que sería un estorbó.

- Te veo muy calmado. No creó que debas estarlo, esto nunca había pasado. Deberías tómatelo más enserio. -Sugirió Uranai Baba al grandote, esté se relajó en su asiento, confiado de que era imposible salir se ahí.

Exceptuando por su lacayo, él era el único que podía entrar y salir de esa habitación.
Estaba agradecido al dios supremo por haberle concedido uno de sus ayudantes para ayudarle a vigilarlo y por supuesto, mantenerlo en calma.

Mientras qué Enma Daoi-Sama se hundía en un mar de pensamientos debido a la existencia de este ser, Uranai observaba nerviosamente su esfera.

El joven había llegado a la habitación, este lavanto la mano derecha para hacer teletransportar a este ser hasta la entrada, la cuál él no podía ver y que tampoco podría abrir.

- Tú otra vez... -Dijo en seco Gogeta, nunca estaba feliz de verlo. Siempre mantenía una expresión sería.

- He confirmado lo que quería.-El jóven le dió la espalda para abrir la puerta y desaparecer de los ojos del Rubió.

La tarea había sido completada satisfactoriamente cómo lo había logrado desde hace 5 años.

Cuándo salió de la habitación, sintió unos brazos rodearle el cuello. Sus pupilas se abrieron del todo al sentir el ki de aquel ser afuera de la habitación.

Shin, trató de safarse del agarré. Gogeta estaba apretándole de forma amenazadora, parecía que iba a acabar con su vida.

Hasta qué se escuchó el portal abrirse.

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