5-Un episodio muy desagradable

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Severus salió del dormitorio en silencio y se sentó en uno de los sofás negros de la Sala Común de Slytherin. Pesadillas otra vez. De un suceso de su quinto año en Hogwarts, posiblemente el más desagradable de su vida.

Acababa de salir de su T.I.M.O. de Defensa Contra las Artes Oscuras. Era un día precioso, el examen le había salido bien y sólo le quedaba Transformaciones. Y ahí se torció todo.

James Potter y Sirius Black comenzaron a burlarse de él y de su examen.

-Esperad...y veréis-dijo entrecortadamente Severus, mirando con profundo odio a James-¡Esperad...y veréis!

-¿Qué veremos?-preguntó Sirius, impávido-¿Qué vas a hacer, Quejicus, limpiarte los mocos en nuestra ropa?

Severus soltó un torrente de palabrotas mezcladas con maleficios, pero como su varita había ido a parar a tres metros de él, no pasó nada.

-Vete a lavar esa boca-le espetó James-¡Fregotego!

Inmediatamente empezaron a salir rosadas pompas de jabón de la boca de Severus; la espuma le cubría los labios, le provocaba arcadas y hacía que se atragantara...

-¡DEJADLO EN PAZ!

James y Sirius giraron la cabeza. Inmediatamente, James se llevó la mano que tenía libre a la cabeza y se revolvió el cabello.

Era una de las chicas del lago. Tenía una poblada mata de cabello rojo oscuro que le llegaba hasta los hombros, y unos ojos almendrados de un verde asombroso.

Era Lily.

-¿Qué tal, Evans?-la saludó James con un tono de voz mucho más agradable, grave y maduro.

-Dejadlo en paz-repitió Lily. Miraba a James sin disimular una profunda antipatía-¿Qué os ha hecho?

-Bueno-respondió James, e hizo como si reflexionara acerca de la pregunta-es simplemente que existe, no sé si me explico...

Muchos estudiantes que se habían acercado rieron, incluidos Sirius y Peter, pero Remus, que seguía en apariencia concentrado en su libro, no se rió, y tampoco lo hizo Lily.

-Te crees muy gracioso-afirmó ella con friadad-pero no eres más que un sinvergüenza arrogante y bravucón, Potter. Déjalo en paz.

-Lo dejaré en paz si sales conmigo, Evans-replicó rápidamente James-Vamos, sal conmigo y no volveré a apuntar a Quejiquis con mi varita.

A sus espaldas, el efecto del embrujo paralizante estaba remitiendo, y Severus se arrastraba con lentitud hacia su varita, escupiendo espuma de jabón.

-No saldría contigo ni aunque tuviera que elegir entre tú y el calamar gigante-le aseguró Lily.

-Mala suerte, Cornamenta-exclamó Sirius con viveza, y se volvió hacia Severus-¡Eh!

Demasiado tarde: Severus apuntaba con su varita a James; se produjo un destello de luz, un tajo apareció en la cara de James y la túnica se le manchó de sangre. James giró rápidamente sobre sí mismo: hubo otro destello y Severus quedó colgando por los pies en el aire; la túnica le tapó la cabeza y dejó al descubierto unas delgadas y pálidas piernas y unos calzoncillos grisáceos.   Muchos de los curiosos virotearon a James; Sirius, James y Peter rieron a carcajadas.

Lily, cuya expresión de rabia había vacilado un instante, como si fuera a sonreír, gritó:

-¡Bajadlo!

-Como quieras-convino James, y apuntó hacia arriba con su varita.

Severus cayó al suelo como un montón de ropa arrugada. Se desenredó la túnica y se puso rápidamente en pie, con la varita en la mano, pero Sirius exclamó <<¡Petrificus totalus!>> y Severus volvió a caer de bruces, rígido como una tabla.

-¡DEJADLO EN PAZ!-gritó Lily, que ahora también enarbolaba su varita. James y Sirius la miraron con cautela.

-Venga, Evans, no me obligues a echarte un maleficio-protestó James con seriedad.   -¡Pues retírale la maldición!

James exhaló un hondo suspiro, se volvió hacia Severus y pronunció la contramaldición.

-Ya está-dijo mientras Severus se ponía trabajosamente en pie-Has tenido suerte de que Evans estuviera aquí, Quejicus...

-¡No necesito la ayuda de una asquerosa sangre sucia como ella!   Lily parpadeó y, fríamente, dijo:   -Vale, la próxima vez no me meteré donde no me llaman. Y por cierto-añadió-yo que tú me lavaría los calzoncillos, Quejicus.

-¡Pídele disculpas a Evans!-le gritó James a Severus, apuntándole amenazadoramente con la varita.

-No quiero que lo obligues a pedirme disculpas-le gritó Lily a James-Tú eres tan detestable como él.

-¿Qué?-gritó James-¡Yo jamás te llamaría...eso que tú sabes!

-Siempre estás desordenándote el pelo porque crees que queda bien que parezca que acabas de bajarte de la escoba, vas presumiendo por ahí con esa estúpida snitch, te pavoneas y echas maleficios a la gente por cualquier tontería...Me sorprende que tu escoba pueda levantarse del suelo, con lo que debe de pesar tu enorme cabeza. ¡Me das ASCO!-exclamó, y dio media vuelta y se marchó de allí a buen paso.

-¡Evans!-le gritó James-¡Eh, EVANS!

Pero Lily no miró hacia atrás.

-¿Qué mosca le ha picado?-dijo James intentando en vano fingir que era una pregunta hecha al azar, y que en realidad no le importaba.

-Leyendo entre líneas, yo diría que te encuentra un poco creído, amigo mío-apuntó Sirius.

-Vale-aceptó James con gesto de fastidio-Vale...

Un Severus Snape de dieciséis años, sentado en su sala común, recordó cómo había pedido disculpas frente al retrato de la Señora Gorda, bien entrada la noche, pensando incluso en dormir ahí, y cómo Lily le había dicho que habían escogido caminos diferentes...Luego le había perdonado. Pero ahora ya no era el primero en su mente.   James Potter ocupaba su lugar, de eso estaba seguro.  

Las más extrañas de las relacionesWhere stories live. Discover now