10-Los dos enamorados

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Patty, mientras tanto, se sentía la persona más idiota del mundo. Estaba caminando por el séptimo piso, al lado del chico de sus sueños, y no se le ocurría nada que decir. De pronto Remus se paró en seco.

-Es aquí. Espera un momento, por favor, ahora mismo acabo.

Comenzó a pasar delante de lapuerta andando, concentrado. A la tercera vez apareció una brillante puerta de madera.

-Las damas primero, Pat.

Dentro de la habitación había una gran biblioteca, dos enormes sillones rojos y una acogedora chimenea de cobre en la pared, enfrente de los sillones.

-Siéntate-invitó Remus-Patty ocupó uno de los sillones, y él el otro. Se miraron-¿qué quieres hacer?

"Besarte", pensó ardientemente Patty. Pero permaneció callada, memorizando atentamente cada detalle de la figura esbelta de Remus, recostada en el sillón e iluminada por la chimenea.   -Podríamos hablar de algo-propuso ella tras pensarlo mucho.

-Sí...¿de qué?

-No sé-hubo un silencio largo y profundo, interrumpido sólo por el crepitar de las llamas.

-¿Tienes novio?-soltó él de repente.

-No-Patty enrojeció-pero me gusta mucho un chico...y t...

-Patty...-interrumpió él-tengo que preguntarte una cosa. Me persigue que no te guste mi pregunta, pero...no tengo otra manera de averigüarlo. ¿Quieres ser mi novia?

Patty se llevó automáticamente las manos a la boca. Remus no parecía muy contento de su propio coraje; sus ojos estaban fijos en la chimenea y estaba muy rojo.

-Remus.

-Dime. No te preocupes, puedo con ello. Soy más fuerte de lo que crees...bueno, de lo que creéis todos.

-Quiero, Remus. Quiero.

El hombre lobo levantó la vista hasta los ojos de Patty, incrédulo. Se levantó, le cogió las manos y tiró con fuerza de ellas. Luego las lanzó hacia su cuello, puso los brazos alrededor de Patty y la besó. No se dio cuenta de que era su primer beso hasta muchos besos después. También el de Patty.

Y no podían imaginar un primer beso mejor.

Esa noche, sobre las tres, una figura alta entró de puntillas en el dormitorio de las chicas. Sus francesitas las tenía en la mano, para no hacer ruido. La luz se encendió.

-Gaby, no son horas. ¿Dónde estabas?

-Pues con Sirius, ¿dónde iba a estar? Además, no es tan tarde.

-Lily volvió hace horas, Gaby. Mira.

Pero cuando Patty apartó las mantas de su amiga descubrió que una almohada ocupaba su puesto.

Las más extrañas de las relacionesWhere stories live. Discover now