8-A solas

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James notó unos pasos decididos y ligeros que conocía muy bien acercarse. Buscó con una mirada rápida a cualquier persona a la que Lily pudiera dirigirse, pero la Sala Común estaba llena  de alumnos de primero a quinto a los que no conocía. Puede que Lily sí, pero lo dudaba enormemente.  No pudo reprimir su sorpresa cuando ella le dio la vuelta y, roja como su pelo, balbució algo sobre ir a algún sitio juntos. James estaba radiante de felicidad. Salieron al pasillo y James comenzó a proponer planes.

-Podríamos ir a ver a Hagrid...no, mejor no-recordó que podía ser su única oportunidad de estar a solas con Lily-pero...¿y el lago? Sé una manera en la que no nos pillarán cuando salgamos. O si quieres podemos ir a la linde del bosque...o al campo de Quidditch-Lily no soportaba el Quidditch, se obligó a pensar-Si te hace ilusión podemos ver las estrellas arriba, en la torre de Astronomía, o ir a...

-Estrellas, James.

-¿M...me has lla...llama...mado...do...Me has llamado James?-los nervios del chico le traicionaron, haciéndole tartamudear.

-Me consta que te llamas así, ¿no?-Lily se esforzó por sonreír; James, en su interior, se derritió, y esbozó una sonrisa idiota que Lily encontró simpática.

-Estrellas, pues. Ven aquí...-de su bolsillo el chico sacó una tela plateada.

-¿Tienes una capa invisible?-murmuró incrédula Lily, mientras la suave capa resbaladiza caía sobre sus cabezas. James dio un paso hacia ella.

-Sí. Ven, Lily, así no te tapo...

Lily no quería. Iba contra sus principios acercarse a más de cincuenta centímetros de James Potter. Reacia, dio un paso corto hacia él, pero los pies de los dos estaban descubiertos por la capa. Finalmente se pegó al cuerpo del chico, y la capa los cubrió completamente.

James olía a frutas, y estaban tan cerca que Lily podía sentir su respiración de menta sobre su nariz, dado que él era más alto. Se sentía increíblemente cómoda. El cuerpo del muchacho le trasmitía calor, aislándola de los muros fríos del castillo. Hundió la cara en el hombro de James y apoyó las manos en su pecho. Ya ni se acordaba del odio que debería sentir. Sólo quería estar al lado del chico. Él puso una mano en su pelo y otra en su cintura. Permanecieron abrazados un largo rato, disfrutando de la presencia del otro. James estaba en las nubes; no recordaba un día más feliz en toda su vida. Lily no era mínimamente consciente de la parte de su cerebro que odiaba a Potter, y tenía los ojos cerrados. No odiaba a James Potter, le amab... 

¡¿Qué le estaba pasando?! La pelirroja, con la cara hirviente, se separó de James, que deslizó sus manos desde la espalda de ella hasta los bordes de la capa invisible.

-¿Vamos?-preguntó con aparente tranquilidad, como si no hubiera pasado nada. Pero incluso a la escasa luz del pasillo podía ver su intenso rubor oscuro. Asintió. Él le cogió de la muñeca, aún cerca de ella pero ya no pegados, y la guió con cuidado escaleras arriba. Lily conocía el camino, pero decidió que, después del momento que acababan de pasar juntos, podía perdonarle un pequeño acto de caballerosidad.

Las más extrañas de las relacionesWhere stories live. Discover now