11-Noche detrás del espejo

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Lily estaba sentada en la barandilla de la torre de Astronomía. Potter le había dejado el mejor sitio, desde donde podía ver todo  el cielo estrellado. Él estaba acurrucado contra una columna, delante de ella, con una rodilla doblada y apoyada en la piedra. La otra pierna le colgaba sobre los jardines, meciéndose suavemente. Lily sabía que era tarde. Sabía que estaba sola con Potter en un sitio más que romántico. Sabía que le había abrazado, que le había llamado James y que había sido cruel, porque no iba a cambiar su actitud con él respecto a antes de esa noche...pero se lo había prometido a Patty.

El reloj de Hogwarts marcó, a lo lejos, las tres de la mañana. Si los pillaban...

-James-puso su mejor voz de chica felizmente enamorada-tenemos que irnos...

-¿Por qué?¿No te gusta estar aquí?   "Eres TÚ el que no me gusta", pensó ella, pero dijo:

-Claro que sí, pero...son las tres...

-Vale, Lily. Vamos.

James le sonrió. Le tendió una mano, que Lily aceptó, aunque por dentro quisiera retorcerle el cuello por ser tan caballeroso cuando ella lo trataba tan mal. Recorrieron en silencio, bajo la capa invisible, los largos corredores hasta su Torre, pero...

-¿Contraseña?-preguntó la Señora Gorda con enfado.

-Mensa Horologium-dijeron Lily y James a la vez.

-No.

-¿Cómo que no?

-No. La contraseña ha sido cambiada.

-¡Mierda!¡Hoy era día de cambio!-recordó Lily.

Buscaron sin éxito la nueva contraseña, pero al final la Señora Gorda los acalló con una mirada asesina y se durmió profundamente.

-¿Y ahora qué hacemos?-preguntó la pelirroja asustada.

-Tengo una idea...pero no sé si te gustará.

Atravesaron corriendo lo más silenciosamente que pudieron un pasillo, y James se detuvo delante de un espejo. Murmuró algo que Lily no entendió y, a un toque de su varita, el espejo se movió y dejó paso a un enorme hueco.

-Podemos dormir aquí...

Lily no dijo nada. Se apoyó contra la pared y, tiritando, cerró los ojos. Los abrió de nuevo al oír un ligero ruido de tela. James se había quitado la capa y se la estaba poniendo por encima.

-No...no quiero tu capa...

-Sí que la quieres. Mírate, estás helada, y no tienes la tuya.

La pelirroja se dejó cubrir con la capa negra de James. Era gruesa y acogedora, y muy a su pesar pronto se quedó dormida.

James la miró. Parecía un angelito mientras dormía. Estuvo muy, muy tentado de acurrucarse junto a ella, pero decidió dejar de lado su parte James y aplicó su parte Merodeadora: caballero ante todo. Se guardó la capa invisible en el bolsillo de la túnica y se sentó contra una esquina, quedándose profundamente dormido en el acto.

Las más extrañas de las relacionesWhere stories live. Discover now