Los chicos se reunieron al atardecer en la orilla del bosque, del lado montañoso de ese inmenso lugar.
—Como ya saben, esta mañana recibí a un mensajero con noticias alarmantes sobre las montañas de los dragones—Lok habló con calma—Es por eso que los cité, para cuando lleguemos, los cazadores ya habrán atacado.
—¿Y qué estamos esperando? ¡Aún podemos detenerlos! Estamos perdiendo el tiempo aquí, si tan sólo tu nos hubieras avisado mucho antes...—Los ojos de Dabka estaban encendidos de furia y frustración.
—Esto es precisamente lo que trato de evitar, Dabka—Le interrumpió Lok, imponente— Hubieras perdido el control si te dejara actuar como quieres hacerlo.
Dabka guardó silencio esta vez. Muy en el fondo, sabía que Lok tenía razón, él sólo quería protegerlo de sí mismo, estaba consciente de su inestabilidad.
—Entonces, ¿Qué es lo que vamos a hacer, Lok?—Preguntó Sea preocupada—¿Por qué nos dijiste que estuviéramos listos para luchar?
—Porque lucharemos—Dijo Lok firme—Llegaremos a mitad del ataque, usaremos la estrategia en lugar de la fuerza—Continuó explicando su plan— Al menos hasta que sea necesario.
—Entonces mejor será empezar a buscar, si tenemos suerte, los encontraremos al anochecer—Dijo Gali, determinada.
Comenzaron la caminata adentrándose entre los arboles, caminarían hacía las montañas esperando encontrar a los dragones a media batalla, pero sería difícil debido a que los dragones no estaban todos en un sólo lugar, sino que estaban distribuidos a lo largo y ancho de todo lo que se podía ver. Había algunos que incluso, habían dejado las montañas para pasar a vivir a un terreno más bajo.
Recorrieron todo el sendero de bayas tranquilamente, incluso Gali se dio el lujo de tomar algunas y llevárselas a la boca. Sea intentó copiarla, pero al llevar la primera baya a su boca, un sabor amargo inundó su lengua.
—¡Puaj! Estas estaban verdes— Dijo Sea con una mueca de desagrado.
A pesar de lo nervioso que estaba, Dabka sonrió con aquello. Lok soltó una risa divertida y tocó una hoja de un arbusto pequeño de zarzamoras, que pronto tomaron un hermoso color morado.
—Prueba éstas—Dijo Lok señalando con su mano amablemente el pequeño arbusto.
Sea se acercó y llevó una zarzamora a su boca y esta vez, el más dulce sabor inundó cada parte de su paladar.
—¡Están deliciosas! Son las mejores moras que he comido desde que llegamos aquí—Una lágrima diminuta de emoción salió de los ojos de Sea.
Gali se acercó y tomó un par de zarzamoras, se llevó una a la boca y la otra se la dio a Dabka, quien la comió sin decir nada.
Los ojos de Gali se abrieron sorprendidos por la dulzura de las bayas que acababa de comer y que Lok había logrado con un simple roce de sus dedos.
—Nada mal niño—Dijo Dabka a Lok con una sonrisa arrogante.
—Hago lo mejor que puedo—Lok se encogió de hombros y le dedicó una sonrisa sincera. En Lok no había ningún rastro de arrogancia o superioridad.
A pesar de que a simple vista, Lok lucía mas chico que Dabka, en edades reales Lok era más grande que él con una diferencia considerable.
Mientras los chicos retomaban el camino, un sonoro estruendo resonó del otro lado de la montaña Oru.
Los cuatro se miraron los unos a los otros sin saber exactamente que decir y de inmediato, emprendieron la carrera a toda velocidad para ver qué estaba sucediendo. Escalaron un buen trecho a través de caminos rocosos y matorrales altos, rodearon la montaña y descendieron por una peligrosa pendiente.
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ELEMENTALES: La primera cacería
FantasyUna cazadora. Un grupo de cuatro elementales. Una cacería brutal. Cuando un grupo de elementales conformado por una ligera chica de aire, una escurridiza chica de agua, un ardiente chico de fuego y un pacífico chico de tierra se ven envueltos en una...