Capítulo 1

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¿Por que somos tan necios? ¿Qué hay en vivir, que haga que queramos evitar a toda costa la muerte? no tiene sentido el continuar en mi condición y aún así me sigo aferrando a esta terrible pesadilla, a seguir manteniendome despierto.¿Y que sentido tiene realmente? Me encuentro mutilado, hambriento y perdido. Perdido en lo más profundo de mi mente, que se ha fugado de mí, como un vagabundo viajando por todas partes, sin saber a donde ir.¿Quien soy?¿Qué importa? Ya eso no importa, nada importa.¿Dónde estoy?¿Quien sabe? Al principio estaba seguro, pero hoy por hoy, podría darle mil nombres a este lugar, y todos quedarían perfectamente con el.El otro mundo, el infierno, el tártaro, todos son lo mismo.¿Pero entonces porque escribo? si ya nada tiene sentido, ¿Por qué continuo esforzándome?Quizá aun, después de todo lo que he pasado sigo negándome a aceptar la realidad o quizá sigo teniendo una falsa esperanza de que terminaré de resolver este maldito rompecabezas, aunque puede que solo estoy buscando la forma de hacer tiempo mientras muero de inanición...Aún falta mucho para que eso pase, así que creo que tengo tiempo de dejarte a ti, que estás leyendo esto, una especie de advertencia, de lo que se encuentra en este lugar, para que jamás trates de llegar a este lugar, para que nunca busques... La tierra hueca.Y si de todas formas te crees lo suficientemente valiente para buscar este lugar, la advertencia queda perfectamente.Alguna vez, formé parte del imponente ejercito Alemán, pero ahora he quebrantado todo en lo que nuestro imperio creía, ahora soy un perro, que mete su rabo entre sus piernas, una pobre rata que no merece la vida. 13 de mayo de 1944, fue la fecha en la que todo esto empezó, ese día, quizá me encontraba en el frente de batalla, cuando de repente un general de nuestro ejercito fue hacia nosotros en medio de todo el caos y nos dijo que regresáramos cuanto antes al cuartel, pues yo y más o menos 100 personas más de los soldados encontrados en el frente, fueron seleccionados para una misión que, supuestamente, sería la salvación para la nación.Así que todos nos dirigimos a varios helicópteros que habían llegado para transportarnos directamente al cuartel y recibir nuevas indicaciones.al llegar a la sala principal, lo primero de lo que pude percatarme, era de la sorprendente cantidad de personas que se encontraban en el cuartel ¿Cuantos eran? quizá más de dos mil personas, aunque no estoy muy seguro.En ese lugar había de todo. Alpinistas, lingüistas, soldados, antropólogos, etc. Me preguntaba que era tan importante como para tener que llamar a toda esa gente y que todos cumpliesen con una labor totalmente distinta.Esperamos un tiempo un tanto prolongado en el lugar, hasta que el teniente coronel Klaus Müller , apareció en frente de todos en conjunto con dos tenientes cuyos nombres no recuerdo, y nos dijo que habíamos sido seleccionados para una importante misión en el polo norte. Esta era una expedición realizada por "La sociedad para la investigación y enseñanza sobre la herencia ancestral alemana", una agrupación arqueológica fundada por el führer para encontrar las reliquias del pasado. A día de hoy no se cual era la intención del führer al crear esa asociación y creo que realmente ya no importa.Pero si sabía que esta expedición, tenía la intención de reabastecer nuestros recursos con la conquista de lo que se creía en aquel entonces, era el paraíso, pues la situación del momento era complicada y era posible que necesitásemos más recursos para ganar la guerra. El lugar decía tener de todo y eso era lo que querían los dirigentes de la asociación. Se hablaba de grandes civilizaciones con gigantescas metrópolis que aguardaban y que ellos nos colmarían con sus conocimientos, para poder acabar con todo esto. Esta expedición se realizó con solo dos embarcación utilizando dos naves U-Boot, y se llevaron un total de 200 aviones de combate y 600 tanques. se nos ordenó llegar a unas coordenadas específicas del polo sur, quedando según el mapamundi, en el centro de aquel terreno nevado.Partimos del puerto en el amanecer, el viaje en barco duró doce días, tiempo en el que me dediqué a escribir las anotaciones del viaje. Pasamos la mayor parte del día teniendo conversaciones sobre nuestras familias, pasa tiempos, etc.Aunque esa tranquilidad era efímera, Pues en cualquier momento, tuvo que pasar lo inevitable. Durante un largo tiempo tuvimos que enfrentarnos a las tropas enemigas y realmente estábamos en desventaja, claro está que recibimos el apoyo de otras naves aliadas para llevar a cabo la expedición, sin embargo parecía no ser suficiente. Hubo gran cantidad de naves destrozadas y gran cantidad de muertos. El panorama era tensión pura, disparos, gritos, y explosiones. Cada que se escuchaba un estruendo, estaba deseando que nuestra nave no fuese impactada por algún misil o algo.Lo peor de todo era el panorama. A través de la ventana podía ver los aviones y barcos aliados hundiéndose, junto con gran cantidad de cuerpos mutilados que poco a poco iban flotando hacia la superficie. Algunos no tenían la mitad de su cuerpo, otros yacían completamente descuartizados junto con tripas y vísceras desperdigadas entre las aguas.Aún con todos los problemas, logramos llegar exitosamente al territorio polar a salvo. Apenas hubo tiempo para desembarcar, pues las tropas enemigas nos seguían el paso y por tanto, tuvimos que montarnos en los vehículos de manera inmediata y empezar el viaje.Luego de recorrer un largo trayecto a través de la desolada y deprimente tundra de la Antártida, llego un momento en el que perdimos el rastro del enemigo.Solo lograron salir aproximadamente seis vehículos terrestres completamente a salvo, y llevamos más gente de la debida, pues cada camión podía llevar únicamente a veinte personas, pero tuvimos que llevar cuarenta más repartidas entre los seis vehículos, es decir que cinco de los vehículos llevarían veintiséis pasajeros y uno tendría que llevar treinta, aquel vehículo era en el que yo iba.En el paisaje solo se podía ver un desolado lugar, con poca cantidad de animales por avistar y algunos pueblos que eran muy difíciles de ver, aunque a partir de un punto, todos esos detalles del ambiente desaparecían y solo podía verse una llanura nevada completamente desierta, en mi mente solo pensaba, que ese sería el paisaje que quedaría en los ojos de las personas, tras la devastación de la guerra. Era un tanto deprimente el paisaje, pero no pude seguir presenciandolo, pues de manera instantánea y sin previo aviso, apareció una despiadada y gélida ventisca que atravesaba nuestros cálidos ropajes, haciéndonos sentir un frío de muerte, casi como si no tuviéramos nuestros abrigos. Junto con aquella ventisca demoníaca, vino una densa niebla que me hacía sentir como si estuviese ciego. Lo peor de todo era el ruido, pues no podía oír absolutamente nada, excepto los impetuosos ventarrones que hacían imposible la orientación, ni si quiera podía oír mi propia voz. Desesperado intenté gritar, pero nada, todo esfuerzo era en vano. Sin embargo seguí tratando de hacer ruido de manera desesperada, pues me había rendido a la irracionalidad. Estuvimos en esa ventisca durante más o menos, veinte minutos, pero para mí fue una eternidad. Tras salir de aquella endemoniada ventisca, sin más ni más habíamos bajado del auto a toda velocidad y encendimos una fogata, además de eso, cada uno tomó una sábana y se arropó alrededor del fuego. Algunos usaron sus mecheros, otros encendieron las lámparas de queroseno, etcétera, teníamos que buscar una forma de calentarnos. Hervimos agua y una vez empezó a hervir la servimos rápidamente a cada uno del grupo, esperamos un poco, y luego empezamos a ingerirla.Cuando nuestras cuerdas vocales y nuestro uso de razón se vio finalmente rehabilitado, nos percatamos que los que nos encontrábamos junto a la fogata eramos menos del número total del grupo. Algunos nos levantamos y nos acercamos al camión y vimos postrados en el suelo del camión, veintitrés cuerpos muertos por hipotermia. Mientras revisábamos el camión varios de los que se quedaron junto a la fogata, empezaron a reír y a reír de manera descontrolada y un tanto maniática, uno de ellos siguió riendo mientras tomaba un arma, se ponía el cañón de la pistola en su boca y jalaba el gatillo volándose los sesos. Uno de ellos se levanto enfrente de la fogata, y entre risas dijo:-¿Lo vieron? ¿Vieron aquello en la boca de la tormenta?, ¿lo vieron? ¡¿LO VIERON?!-.Luego de ello empezó a reír junto con otro del grupo y a bailar, hasta que cada uno tomó un arma y se quitó la vida.A día de hoy, aún me pregunto, ¿Qué clase de morbosa anomalía vieron ellos a través de la boca de la tormenta para cometer semejante acto?

AgarthaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora