Epílogo: Carta para el señor Belmont

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Egipto. 25 de julio de 1798En el presente mensaje, quiero constatarle a usted un evento que puede ser, en mayor o menor medida, de su interés.Tuve mis dudas de si hacerle llegar estos elementos, pero al final tomé mi decisión, pues pensé que usted, podría sacarle mejor provecho.El origen de los mismos se remonta unos días atrás, horas después de dar finalizada "la batalla de las pirámides".Se instaló un campamento para reponernos y luego seguir nuestro camino en dirección al Cairo, sin embargo, antes de nuestra partida, en la distancia, muy cerca de las pirámides, pude ver la silueta de un hombre, que tras unos minutos de observación, calló muerto al suelo.Al aproximarme, junto con algunos de mis hombres, me encontré con un joven rubio en un estado deplorable.Su única vestimenta eran unos pantalones verdes que parecían más bien harapos. Cargaba una pesada mochila que contenía un arma ligera bastante extraña, así como un fusil de un modelo desconocido.Como ya ha de saber, esto no fue lo único que le envié, encontré también tres cuadernos interesantes, escritos en alemán, aunque uno de estos era casi inentendible, pero pude reconocerlo difícilmente. A falta de un buen conocimiento de la lengua, le pedí a uno de mis soldados, que dominaba el idioma a la perfección, que descifrase el contenido de los manuscritos, y el resultado me ha dejado atónito e intrigado.Se los he mandado para saber si cuento con usted para realizar una nueva expedición a las pirámides, con el fin de comprobar la veracidad de las palabras de estos hombres.Espero que acepte mi propuesta.Fdo: Napoleón Bonaparte

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