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Intenté tragar la galleta y luego tosí cuando lo logré, un poco asfixiada aún. Annie apareció de pronto a mi lado, mientras la puerta de la entrada ya estaba cerrada.

— Astrid, ¿Estás bien?— me preguntó, pero la tos seca salía de mi garganta me impedía hablar—Te daré un poco de agua, espera.— fue hacia la nevera y tomó un vaso llenándolo rápidamente.

Se acercó a mi y me extendió el vaso, tomé el agua esperando a que el ardor y la tos en la garganta se fueran.

—¿Mejor?— Sonrió.

—Si—dejé el vaso sobre la mesa de la cocina—gracias.

—Eso te pasa por comer como bestia—bromeó.

Reí ante el apodo que desde hace años llevábamos diciéndonos.

—Bueno, eso me pasa porque me hiciste venir desde otro continente sin comer. —reí.

Annie se sentó a mi lado arrebatandome la galleta para terminarla de comer.

—¡Oye!

—Hay pizza en el refrigerador, creo que eso podría llenarte más que una galleta. —dijo.

—Tengo más sueño que hambre, así que mejor mañana me llevas a desayunar. —Sonreí—Annie— me puse a jugar con los dedos de mis manos— KyungSoo es...¿Tú novio?

—Y lo que más amo.— afirmó.

—¿Y por qué no me lo habías dicho señorita?—me hice la indignada.

—Porque... Llevo un mes saliendo con él.

—¿Un mes? ¡Nuestra última llamada fue ayer!—le recalqué.

—Bueno, bueno... quería darte la sorpresa.

—Pues lo lograste. Pensé que después de lo de Charlie y tú, ya no...—me quedé a mitad de la frase, pero ella entendió.

—Si, yo también lo pensé. Si no, no hubiese huido del país cobardemente, como lo hice. —sonrió— Pero conocí a KyungSoo y sinceramente lo amo.

—¿De verdad? Hace un mes que salen, que tanto lo puedes conocer.— musité.

—Lo suficiente. Astrid—me miró seria— pensé que estarías contenta por mi.

—¡Lo estoy!—de verdad lo estaba pero algo se removía dentro de mi, algo que me hacía estar confundida. Ese tipo de confusión cuando no te explicas el porque las cosas avanzan tan rápido y cambian de un día para otro.— Estoy feliz de que hayas seguido adelante con tu vida, me pones el ejemplo.— admití.

—¿Qué quieres decir con que te pongo el ejemplo? ¿Sigues enamorada de Lay?—dijo, mirándome sorprendida.

—¡Para nada! Eso ya pasó, a lo que me refiero es que no te quedas estancada en el pasado; como yo con el accidente de mis padres.

—Oh, Astrid, eso fue hace ya tres años, ahora eres una fotógrafa profesional de veintidós y tienes mucho que sacar de esa vida que llevas.— pasó el brazo por mis hombros—pero ahora no hablemos de temas tristes, mejor dime, ¿Has conocido a alguien especial?

Sonreí ante su curiosidad y su enorme sonrisa. Pero a la mente se me vino el nombre de Do KyungSoo, como una oleada del viento, rápida y fugaz.

—Que cosa mas extraña...

—¿Qué? ¿A quién conociste?—me di cuenta que lo había pronunciado en voz alta, o suficientemente fuerte como para que Annie me escuchase.

—¿Eh? ¿Ah...?— tartamudeé.

M. de P. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora