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—Vamos Astrid, se que conociste a alguien. Tus ojos me lo dicen.— insistió con la sonrisa aún más amplia.

— Pues... Si y no.

—¿Si y no? ¿A qué te refieres?— cuestionó.

—Conocí a alguien, que a decir verdad me deslumbró, pero...

—¿Pero qué?

—No puedo decir que sea "alguien especial"—hice comillas con mis dedos.

—¿Por qué no?

—Sabes bien que no creo en el amor a primera vista.

—Si, ¿Pero, sabes? Con KyungSoo fue amor a primera vista. —Sonrió como si se hubiese perdido en el recuerdo.—¿Dónde conociste al chico?—preguntó de repente.

—En...—vacilé mientras buscaba un lugar ideal—En el avión.

—¿Se sentó junto a ti?—la curiosidad de Annie parecía nunca terminar.

—Hum...—recordé entonces cuando KyungSoo se sentó a mi lado en el piso del pasillo. Reí.—algo así.

—¿Quieres contarme?

—No realmente, no tiene demasiada importancia Annie, era solo un chico atractivo, cuántos más no hay aquí.—sonreí.

Y era cierto, porque para empezar, KyungSoo sólo era una cara bonita entre muchos otros rostros en toda Venecia, además no podía inventarme una historia acerca de otro chico sólo por no tener el valor de decirle a Annie que su novio me parecía lo más atractivo desde que llegué.

Eso en mi no era normal.

—Estoy realmente cansada Annie, ¿Dónde está mi habitación?

—Justó allá—señaló hacia la derecha, apuntando a una puerta de madera blanca.

—Gracias. Mañana será un día fenomenal, ya que no estaré tan cansada.

—Que duermas bien Astrid, ¡No puedo creer que estés aquí!—lo último parecío que se lo dijo a si misma.—¡Te quiero!

—Y yo a ti. Buenas noches.

Llevé las maletas a la habitación y me instalé en ella. Era de tamaño medio, ideal para mí. La cama estaba a el otro extremo de la puerta, cerca de la ventana había un escritorio y un armario frente a la cama. Saqué de la maleta más pequeña el estuche dónde traía mi cámara y tomé una foto de la habitación. Aventé las maletas en alguna parte de la habitación y puse con cuidado la cámara en su estuche sobre el escritorio. Estaba demasiado cansada como para acomodar la ropa justo ahora.

Me acosté sobre la cama y coloqué las manos bajo la almohada. Me puse a recordar lo sucedido durante el día y el rostro que había traído a mi memoria, era tan bello como el de un ángel, pero era un rostro que no me pertenecía.
¿Por qué había pensado en él? En la idea de que Annie y KyungSoo no se conocían lo suficiente como para decirse "Te amo"
Me reí al descubrir que lo que ahora tenia era envidia. Que patético. Pero lo cierto era que detrás de aquella risa burlona, existe una preocupación, el corazón de Annie no podía volver a romperse por segunda vez de una forma desastrosa como la primera. Allí figuraba mi miedo.
O eso creía yo.

M. de P. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora