Capítulo 12

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Tal cual su sensibilidad, ya de por sí agudizada se acentuará  durante aquel mes, pero eso no lo supo nadie, ni siquiera sus mismos padre, ni Trisha a quien encontró varias veces en la calle.

Trisha era delicada. No le menciono a Zayn, lo cual agradeció Liam en lo más íntimo de su ser. Tampoco Liam le preguntó cuando pensaba en regresar, ni dónde se hallaba. Y, por supuesto. No hizo mención del rompimiento con la secretaria.

La vida continuó su curso. Liam salía con sus amigos. Iba de fiestas y reuniones. Pasaba los fines de semana en lugares montañosos, en elegantes refugios de invierno.

Nadie, al verlo siempre atento, delicado, amable con sus amigos, pero poniendo una barrera por medio en cuanto a los sentimientos amorosos, podría decir que aquí joven sufría.

Ni el mismo Zayn Malik, de haberlo visto, y, pese a conocerlo tanto, podría afirmarlo.

Fue un mes que pasó lento, torturante, pero tampoco de eso se percataron ni sus amigos ni sus padres.

Fue al final de aquél  mes cuando su misma madre se lo dijo.

No lo esperaba. Siempre tuvo en la mente la obsesiva idea de que Zayn pasaría más de un mucho más de un mes por allá.

—Ha vuelto Zayn.

Así.

Sin preámbulos. Sin prepararla. Cómo si de sus cortas y rápidas frases dependieran la reacción de Liam. 

Liam salía de casa bien abrigado.
Al sentir la voz de su madre, se detuvo en seco. Pero no dió la vuelta. ¿Es que no fue lo bastante inteligente para engañar a su madre en cuanto a los sentimientos que seguía inspirándole Zayn?

Pero aún así, no logro engañarla, tampoco en aquel instante se dejaría llevar por la emoción de saber que Zayn había regresado.

—¿Si?
Fue su única respuesta.

—Ha vuelto ayer en la mañana. No fue a la oficina pero irá hoy. Ha hecho gestiones entre los socios alemanes de mucha importancia. Tú padre está muy contento con él.

¿Qué podía decir?

¿Qué el corazón le saltaba en el pecho?

¿Qué sentía una emoción indescriptible?

También podía preguntar por la exnovia pero no. Su madre no comprendería nunca la intensidad de sus sentimientos, ni la negación de estos, suponiendo que los negara. Siguió su camino.

Su madre aún dijo, antes de que desapareciera.

—Trisha me llamo esta mañana por teléfono. Dice que Zayn viene muy cambiado.

¿Cambiado?

¿En qué sentido?

—Hasta luego, mamá.

Eran las nueve de la mañana. Tenía el tiempo justo de tomar el auto y dirigirse a la empresa. Atravesó la distancia que la separaba de la cochera. Allí estaba Ted, junto al auto. Todas las mañanas se lo tenía limpio y brillante, ya ante la verja, dispuesto a salir. Ted era un chófer bueno, el de siempre. El que llevaba a su madre  aquí y allí, pero él, Desde hace tres años atrás que ya no necesitó a Ted.

Pero Ted sabía. Sí, sabía cosas de él. De cuando empezó con Zayn y era él quien los llevaba a muchos sitios. Ted sabía seguramente cuando Zayn le dió el primer beso a hurtadillas. Cuando le decía cosas al oído, pues el espejo retrovisor, por muy discreto que fuese Ted, era lo bastante delator para decirle lo que ocurría entre ellos en esa época.

Por eso él adoraba Ted. Cómo a un tío mayor o a un abuelo a quien respetaba mucho.

—Buenos días, joven Liam.

No sufras por mi dolor »Ziam«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora