5. Cuenta pendiente.

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Golpeo la puerta. Nada. Nadie me responde.

Estoy parado en la puerta de la oficina de mi papá. Somos una empresa familiar de zapatería que lleva más de 10 años en el mercado, somos muy conocidos por toda el país, y vamos creciendo a nivel mundial. Soy André, su hijo mayor, el encargado del financiamiento; justamente por eso estoy parado aquí. Tengo varios importes y números que hablar con mi papá, pero parece que no está.

No voy a quedarme con la duda, asi que abro la puerta sin esperar que me respondan.

—Padre, buen día, traigo algun...— ni bien entro por completo a la oficina, veo algo que me deja en shock por un momento.

Mi padre, el Señor Juan, estaba sentado en su escritorio con una cinta en la boca, y con un tipo desconocido apuntándole la cabeza con un arma. Rápidamente quiero acercarme y empujar al hombre, pero éste no me lo permite; con sus brazos trabajados me corre hacia atrás, e intenta bloquear mi paso.

—¿Qué demonios ocurre?¿Quién eres tú, idiota?— digo, enfurecido.

—Oh Juan, ¿tu hijo no me conoce?— mi padre niega con la cabeza.— Qué lástima.— una sonrisa irónica recorre su rostro tatuado.

—¿Por qué debería conocerte?¿Alguien me puede explicar que ocurre? ¡Por favor!— Esto me está estresando, quiero saber que pasa.

—Yo te contaré, niño.— dice el hombre, baja el arma y se acomoda en un sillón cerca del escritorio.— Hace muchos años atrás, tu padre y yo éramos muy amigos; vivíamos juntos en el departamento del campus de la Universidad y compartíamos casi todos nuestros secretos.
  Un día, llegué al departamento con una gran noticia: había podido entrar a la red del Banco Internacional BBC y tenía un montón de información espectacular. A mi se me daba muy bien la tecnología, y era un buen hacker, a decir verdad. Tu padre pensó que era una mala idea, siendo que podíamos hacernos ricos con tan sólo 20 años. Logré convencerlo y nos pusimos en marcha. Estuvimos más o menos un mes planeando el robo más grande de la última década. Sería un robo por la red del Banco, así que no estaríamos expuestos.
  El gran día, terminamos nuestras clases y nos encerramos en el departamento, entusiasmados por la gran suma de dinero que tendríamos pronto. Habíamos dividido las tareas, Juan pondría el correo al cual haríamos la transferencia, y yo hackearía la red; pero me falló. Habíamos decidido poner un correo al que ambos tendriamos ingreso, pero no fue así. Tu padre ingresó su correo de email y yo, al no controlar, sólo hice mi trabajo e hicimos la transferencia.
  Tiempo después, terminamos las clases y cada uno se fue por su lado, supuestamente con su parte del dinero en esa cuenta de los dos; pero cuando llegué a mi casa no había nada en esta cuenta. Supe de inmediato lo que había pasado, y juré que cobraría mi venganza.
  Dos años más tarde, vi que un tal Juan Russo había formado una empresa de zapatería que tenía mucho éxito, era obvio que lo hizo con mi dinero. Así pude encontrarlo, ocho años más tarde desde que vi esa noticia. Me costó, pero lo conseguí; y esto se termina acá.

—Papá...— sólo pude pronunciar esta palabra. Mi padre había sido un mal hombre en el pasado y eso nunca le perdonaría. Él era mi ejemplo, y ahora me doy cuenta lo que en verdad era.

El hombre, del cual todavía no se el nombre, apunta el arma nuevamente a la cabeza de mi padre, y este comienza a gritar desesperado. Yo sólo lo miro con decepción y tristeza, pero sigo estupefacto.

De pronto, un ruido me saca de este shock. Miro hacia el suelo, donde mi padre se encontraba sin vida.

—No... papá... que... que hiciste.— digo entre lágrimas y me agacho en una esquina a llorar; porque, aunque fue un mal hombre, era mi padre.

El tipo me mira, sonriendo. Maldito infeliz.

—Me llamo Víctor.— dice, y se va.

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