13. Terraza.

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Especial: Halloween.

Había llegado el gran día: la celebración de Halloween. Todas las calles estaban repletas de decoraciones tenebrosas negras y naranjas.

Banderines con fantasmas, vampiros, hombres lobos y quién sabe qué cantidad de monstruos colgaban de los postes de luz, mostrando la belleza de lo tenebroso. Las luces del pueblo estaban todas apagadas, pero las calles eran alumbradas por las distintas calabazas de diversas medidas alumbradas con la intención de causar un efecto asombroso.

Todos los vecinos de la calle estaban entusiasmados con la fiesta, los niños ya estaban disfrazados y listos para salir a buscar dulces, sólo faltaba que se toque la tercera campanada.

Pero había alguien que no estaba contento con la nueva llegada de Halloween, y ese era Cristian. Todos los años, en las mismas fechas, Cristian se encerraba en su habitación y no salía durante toda la noche. Sus amigos estaban preocupados, porque iban pasando los años, ellos cada vez disfrutaban más Halloween, pero Cristian no.

Asi que, ese año, se propusieron cambiar eso. Los cuatro amigos pensaban que era porque en su casa nunca habían celebrado la fiesta, pero descartaron esa teoría después de algunos sucesos.

Otra era que, tal vez, nunca la festejó como debía ser, y por eso le aburría. Entonces, los chicos decidieron prepararle una pequeña sorpresita: le mostrarían un verdadero Halloween.

Cuando la tercera campanada sonó, Marco, uno de los amigos de Cristian, tocó el timbre de la casona que se alzaba frente suyo. Lilia, la mamá del chico, abrió la puerta y recibió a Marco y a los otros tres. Él habló y dijo si podían ver a Cristian, y después de unos segundos Lilia aceptó.

Los cuatro amigos subieron a su habitación, pero él no se encontraba así que se dirigieron hacia el primer lugar que se les ocurrió: la terraza.

El susto que se llevaron al ingresar fue inigualable, tanto como la imagen que presenciaron: Cristian, su amigo, parado sobre el muro de finalización del balcón, de espalda a ellos.

-¡Cristian, no!¡No lo hagas! -Marco fue el primero en hablar.

El nombrado dio vuelta medio cuerpo y miró a sus cuatro amigos, los extrañaría.

-Nunca les conté el por qué de que no me gustaba Halloween, y creo que merecen saberlo ahora -dijo,- asi que aquí va: yo nací un treinta y uno de octubre, pero ustedes nunca lo supieron porque cambiamos mi fecha para el resto para el dieciséis de junio, cosa que solo mi familia lo sabía. Nacer en Halloween no fue para nada bueno, una maldición fue lanzada hacia mi que decía que todos los treinta y uno del décimo mes me convertiría en alguna criatura extraña a media noche y era cierto, todos los años pasaba por esa transformación. Ya no quiero pasar sufrir más, chicos -Cristian miró hacia el frente nuevamente- asi que adiós.

Y saltó. Los cuatro amigos quedaron en shock, y después de unos segundos, la gente comenzó a amontonarse en la vereda de la casa 310.

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